La otra orilla

Víctor rodríguez

Insomnio

Reconocer y facilitar el descanso es un derecho humano más al que no estamos prestando atención

El insomnio se está convirtiendo en un problema (otro más) de salud pública. Siempre ha tenido un componente misterioso, que envolvía a quienes lo padecen de un halo extraño, ampliado por los mitos de la noche, pero lo cierto es que, en estos momentos de tanta incertidumbre, el insomnio se instala en las camas de muchas personas cada noche. El sueño viene a ser el gran damnificado, el que se suele obviar con más facilidad. Sería difícil pensar que en una reunión con amigos renunciáramos a la comida o a la bebida, pero es muy probable que renunciemos a las horas de descanso, pareciendo una descortesía acabar prematuramente la velada porque son más de las doce y mañana hay que levantarse temprano para ir a trabajar.

Ir recortando las horas de sueño se ha asociado al paso de la niñez a la adolescencia. Los niños necesitan irse a la cama pronto mientras que el adolescente ya se siente mayor cuando se acuesta por primera vez al amanecer. Dentro de las necesidades básicas humanas ocupa una de las primeras posiciones. Podemos estar varios días sin comer, pero no sin dormir. La interrupción del sueño es una práctica habitual de tortura.

Siempre hemos dicho que España es diferente en los ritmos vitales, que aquí se cena muy tarde respecto a la mayor parte de países, lo hemos visto como una oportunidad para la socialización y la vida en la calle, casi como una identidad, de hecho, es el verano el momento más difícil para conciliar la vida con el descanso, especialmente para aquellos que trabajan mientras otros están de vacaciones.

El debate sobre el cambio del huso y de los usos horarios no termina de avanzar, la Unión Europea realizó un sondeo que coparon los alemanes, que preferían mantener el horario de verano todo el año. Aquí, en Huelva, si tal cosa llegara a producirse y mantuviéramos la hora gmt+1 actual en lugar de la gmt portuguesa, viviríamos inviernos donde a las nueve de la mañana seguiría siendo de noche. Reconocer y facilitar el descanso es un derecho humano más al que no estamos prestando atención, pero que tiene mucho que ver con nuestro bienestar, no sólo físico, sino, sobre todo, mental. Piensen en cualquier persona que "duerme" en la calle con la intranquilidad de que pueda ser agredida en cualquier momento. Tener un lugar tranquilo y seguro para dejarnos caer el tiempo necesario es un derecho básico que tenemos que defender para todos.

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