Resulta de todo punto insólito que ya de lleno en pleno siglo XXI, con la Inteligencia Artificial llamando a las puestas de nuestras vidas cotidianas, tengamos que enterarnos por parte de un afectado de primera mano - Maxim Huerta - que cuando fue a presentar su dimisión, como Ministro, al Presidente, no solo tuvo que pasar el trámite sino sufrir el soliloquio presidencial sobre cual sería el papel que a él mismo le otorgaría la Historia.

Es, por ello, que cada día que pasa y se aproxima el final de la Legislatura a su ya conocida, por habitual, impostura se le van añadiendo los nervios generados por la evolución de los acontecimientos que la maquinaria propagandística a sus órdenes es incapaz de camuflar, lo que le lleva tal como sucedió el otro día en el Senado a ir aumentando su tono desafiante, su arrogancia y su más genuina actitud en el ya frecuente uso de la mentira y el más clamoroso de los populismos por el que no comente errores y lo que va mal es culpa de los opositores, como si no existieran las hemerotecas y no fueran demostrables sus capacidades para decir y defender una posición y sin solución de continuidad hacerlo co la idea o actitud contrarias.

Como insólito resulta que se apropie del anuncio de SMI o podemizarse con la denuncia de posiciones de ámbito económico elitistas en connivencia con la derecha, para deteriorar y acabar con el estado del bienestar sin la más mínima autocrítica sobre la escasa eficiencia del sector público, por mucho que nos bombardee con el crecimiento del gasto. Lo evidente es que su preocupación historicista ya está cumplida desde el punto y hora que alcanzó la Presidencia del Gobierno de España.

Pero dicho esto hay que añadir, si somos rigurosos, que pasará como el primer vencedor de una Moción de Censura, lo que le legitima pero conllevó a la existencia del primer "gobierno Frankenstein", prototipo de supervivencia note la confrontación interna cuasi permanente, fenómeno insólito cuando a diario hay choque de posiciones sobre cuestiones trascendentes en todos los niveles de la gestión política. Desde los escorzos como el de la posición sobre el Sáhara, hasta la anunciada, tras defensa numantina, revisión ley del "sí, es sí"… podríamos entrar en más asuntos que refrendarían el carácter insólito de la coalición y sus personajes más radicales que no romperán la unión con el historicismo sanchista porque "tras acceder al jamón, cuesta mucho trabajo volver a la mortadela". Así están las cosas para concluir que, últimamente, España ya no es diferente sino insólita. Un nuevo elemento para la historia sanchista.

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