Estamos viviendo una situación insólita en el fútbol patrio mediante una temporada que muere y en la que la felicidad se muestra ciertamente esquiva. Felicidad cicatera aunque haya algunos privilegiados que están recibiéndola en sobredosis, como ese fantástico Getafe de Bordalás hecho de retales mayormente desechados por el Betis. También Athletic Club puede considerarse afortunado tras haber coqueteado con el descenso.

Pero viene a cuento cuestionar el comportamiento de la felicidad por la situación que están sufriendo los tres grandes de LaLiga. Barcelona, Atlético y Real Madrid pasan por un tiempo que no irá a engrosar los capítulos mejores de sus vidas y eso que el Barça hasta puede hacer doblete el próximo 25 en el Villamarín. Pero es que el golpe recibido en Liverpool ha sido de tal envergadura que ni siquiera ganar Liga y Copa podrían tener fuerza como para olvidar lo de Anfield.

Y están también los dos equipos principales de Madrid, ya que en uno se está produciendo una pavorosa desbandada mientras que en el otro no se ha dado pie con bola desde que Florentino decidió birlarle a la selección su manijero. Desde aquella jugada de Krasnodar, nada discurrió en el Madrid según el guión establecido de forma habitual. De Lopetegui se pasó a Solari para repescar a Zidane sin que ninguno de los tres haya dado en la tecla adecuada para que el piano suene.

No recordamos un hecho parecido a éste y posiblemente nunca vuelva a ocurrir que los tres que son la locomotora de nuestro fútbol anden con dolor de cabeza. Son casos que van de la alarma que supone para el Atleti que se vayan pesos tan pesados como Godín y Griezmann al dolor del Barça viendo cómo aquella catástrofe de Roma hace un año se ha repetido, pasando por la estupefacción que debe haberse adueñado del Madrid en la persona del ex omnímodo Florentino.