Visiones desde el Sur

Ineficacia

El asunto está empantanado políticamente y mucho más cercano a un cúmulo de despropósitos que a la gestión

Es cierto que el problema generado en el mundo por el Covid-19 ha puesto patas arriba las estructuras de todos los gobiernos del orbe. Es evidente que no estábamos preparados para afrontar una catástrofe de esta naturaleza; el número de personas contagiadas y fallecidas a día de hoy, habla por sí solo del caos en que andamos inmersos: una ausencia absoluta de planes de contingencia en donde estuvieran establecidos previamente los riesgos a los que la ciudadanía ha de enfrentarse, su planificación orgánica a nivel municipal, de comunidad autónoma, estatal e internacional, así como las formas de coordinación entre las diferentes estructuras en función de la variabilidad de las circunstancias en cada territorio; o sea, el establecimiento de un organigrama de dirección de los mismos, que permitiera el aporte de los recursos humanos y materiales que fueren menester para minimizar los daños a las personas y sobre todo garantizar la vida de las mismas.

Pero, claro, y trasladándonos a España, esto sería haber realizado las cosas bien. Y, sin embargo, todo, por ahora -y no parece que vaya a cambiar- ha salido mal: el asunto está empantanado políticamente y mucho más cercano a un cúmulo de despropósitos que a una gestión acorde con la amenaza a la que nos enfrentamos. Porque, donde no existe previsión cunden, como la mala yerba, la improvisación y la disparidad de criterios. Y en esas seguimos: que si tú o que si yo, y la casa por barrer.

Y daré una ristra de ausencias, de lagunas que estamos padeciendo para el mejor control de estos eventos por aquellos que están obligados a preservar la seguridad y la vida de las personas tanto a nivel municipal como de comunidad autónoma o estatal, y nada me estoy inventando, porque está en nuestra legislación vigente, concretamente en lo establecido en materia de Protección Civil, esa que parecen desconocer nuestros políticos tanto en funciones de gobierno, como de oposición, en los diferentes niveles de responsabilidad que nuestra Constitución consagra.

Ha faltado previsión, diseño, planificación, coordinación, gestión, control, aporte de recursos humanos y materiales, comunicación de consignas claras y uniformes a la ciudadanía de obligado cumplimiento, además de información veraz, contrastada y de forma suficiente, para que los medios escritos y audiovisuales cumplan con su obligación: mantener informada a la ciudadanía.

Pero, no pueden pedírsele peras a un olmo, es obvio

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