Hay ocasiones en las que es difícil comprender al español. En nuestro país nos enfadamos los unos con los otros, y la casa sigue sin barrerse. Lo de Cataluña es un desastre de grandes proporciones, tal vez no seamos conscientes de la importancia de lo que está pasando en España, tal vez la historia, cuando llegue el momento, nos lo ponga en su sitio y nos asustemos. En el fondo, todo lo que viene ocurriendo, se debe a nuestra incultura. Es la incultura la culpable de todo o casi todo.

Nos estamos convirtiendo en marionetas de un sistema educativo nefasto, fracasado. Pero nos da igual. Nos incitan a no pensar y a ser violentos. En el ensayo Provocación (1982), Stanislaw Lem promulgó la conocida como Ley de Lem: "Nadie lee nada; los pocos que leen, no comprenden nada; y los pocos que entienden, se les olvida enseguida".

Hemos hablado de la Universidad española, del interés de los profesores universitarios por complacer a la Aneca en sus acreditaciones y abandonar lo que realmente importa: la docencia. Pero la cultura no se queda atrás. Recordemos que nuestro Ministerio de Educación también lo es de Cultura (además de Deporte). Los nuevos nombramientos del Ministerio de Cultura, además de otorgar jugosas cantidades económicas, motivan el crecimiento personal (nunca el intelectual) de los nombrados. Sus currículums crecerán en el provecho propio, olvidando realmente qué significa Cultura. El amplio presupuesto de Cultura facilita el amiguismo, facilita la incultura.

Los centros educativos se las ven y se las desean para conseguir libros para sus bibliotecas, por poner un ejemplo. Y me pregunto, ¿esa no es la cultura de base? ¿No tenemos que comenzar por aquí? Parece que no. Priva más la falsa intelectualidad que la verdad. Fíjense en Fuentepiña.

Fuentepiña tiene un valor incalculable, esa casa de campo cerca de Moguer, tan importante en la obra del Premio Nobel Juan Ramón Jiménez. Su legado es histórico. Pero no vale ni lo que pide la propietaria, ni siquiera lo que está dispuesto a ofrecer el Ayuntamiento de Moguer. Fuentepiña, ahora, es un erial. Y precisa de una rehabilitación total. El único culpable de la situación de Fuentepiña es la Junta de Andalucía, que tanto habla de protección y de cultura. Fuentepiña es un bien de todos, un bien cercano que precisa de cultura, pero de cultura de verdad. No de la incultura que nos siembra de dudas y de inutilidades. La Junta de Andalucía debe dejarse de palabrería barata y expropiar Fuentepiña.

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