'Il Volo'

Las muertes de los inmigrantes ya no son noticia ni la prioridad de la mayoría

Permítanse un pequeño cuento. Érase una vez el alcalde de un pequeño pueblo italiano llamado Riace, en Calabria, que sufría al ver a su pueblo despoblado y moribundo. Y tanto sufrió, que una noche desvarió con una gran idea: acoger a inmigrantes con ganas de trabajar, arreglarles las casas abandonadas de su pueblo para que tuviesen un techo digno, e incluso acogerlos con una moneda local con la que facilitar su integración. Y enloquecido, seguro, se puso manos a la obra. Y en poco tiempo, chiflado de atar, consiguió el renacimiento de su viejo pueblo. Se crearon nuevos talleres artesanales; se abrieron restaurantes, guarderías y colegios; y el color, ¡ay! el color, decenas de niños, ¡la vida! … pero ayer, ¡plof!, Mateo Salvini, el ogro malo de esta historia, ha conseguido que lo detengan, y lo encierren en su casa, y todo por promover, dice, la inmigración ilegal.

El caso de Dominico Lucano, el alcalde, es un ejemplo de cómo desde la política la inmigración deja de ser un problema para convertirse en la solución. El renacer de Riace había sido incluso el tema de un documental de un cineasta alemán titulado Il Volo, y ha sido públicamente elogiado por el papa Francisco o la alcaldesa Colau. Pero nuevamente, ir a contra corriente cuesta caro, y además deja a las claras cuáles son las prioridades; en el caso de Italia blindar privilegios cerrando fronteras, aunque dentro huela a alcanfor y fuera a muerte.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) contabiliza en lo que va de año 363 muertos en nuestras costas. Gente joven, con ganas de trabajar, de contribuir y vivir, derrotada por nuestras políticas de fronteras.

En nuestro país, más allá que el despiste continuado con debates independentistas impostados, alejados de toda necesidad y realidad, resulta imposible enfocar y proponer políticas como la de este alcalde italiano. Las muertes de los inmigrantes ya no son noticia ni la prioridad de la mayoría, acabado el verano tenemos Cataluña para distraer. Tampoco lo es, por desgracia, el debate sobre la falta de sostenibilidad de nuestra envejecida sociedad, que camina a pasos agigantados hacia un sistema colapsado incapaz de cuidar de sus mayores; solo los enfermizos planes de pensiones son la alternativa.

Volar es lo que necesitamos, salir del desenfoque mirando desde arriba, para adivinar inspiraciones a nuestro alrededor.

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