Llegó el relevo. Septiembre recoge el testigo de ese agosto ruidoso y festivo, que parecía inacabable en sus comienzos. No viene solo, trae en la mochila los coletazos sobre la exhumación de los restos de Franco, los problemas irresueltos de la migración o el debate sobre la retirada o no de lazos amarillos… No obstante, agosto se despidió a lo grande. El último sábado del mes nos despertamos con la noticia de que la Roja femenina (no encuentro razones suficientes para llamarla la "Rojita"; suena a sobreprotección) se traía a España, desde Francia, la copa de plata, ganada con toda justicia, en el Mundial de fútbol sub-20.

Siendo un puesto tan importante y merecido y sintiendo tanta admiración porque estas chicas hayan llegado hasta donde han llegado, llegué a pensar (ingenua de mí), que habría manifestaciones de alborozo en la Cibeles o en Neptuno y que la fuente de "los bomberos" de Huelva se rodearía de aficionados festejando la victoria. Pues no. Acudí veloz a la prensa para recrearme con las fotos, los vídeos, las portadas… Frustración. Ni un solo periódico deportivo español consideró este acontecimiento lo suficientemente importante como para dedicarle la portada. Como me tomé la molestia de verlas todas, tuve la (increíble) oportunidad de enterarme que Courtois ya está listo para parar balones, que Mbappe seguía sin resolver su fichaje o que Rakitic seguirá con su equipo a pesar de las ofertas del PSG… Entendí, evidentemente, que se trataba de acontecimientos esenciales y que sin ellos no se podría pasar un tranquilo fin de semana, por lo visto.

La conclusión es incuestionable. No es que no interese el fútbol, no es que no se consigan éxitos, no es que no haya figuras… es que a nadie le preocupa el fútbol femenino; es más, a nadie le importa el deporte por equipos en su versión femenina, llámese fútbol, baloncesto o balonmano… En Huelva perdimos al Conquero de baloncesto femenino y seguimos con la preocupación por la supervivencia del Sporting de fútbol. Y entramos en el bucle: como no interesa el deporte femenino, no se invierte. Como no se invierte, no se conoce. Como no se conoce, no interesa…

¿Y si alguna medida de las fijadas en los Planes de Igualdad se destinase a subsanar esta desigualdad? La tan manoseada igualdad de género no solamente se refiere a la eliminación de la violencia o a la consecución de la igualdad salarial o de trato. La verdadera igualdad radica en que los hombres y las mujeres dispongan de las mismas oportunidades.

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