Cuando acabamos de celebrar el Día de Andalucía y el de las Enfermedades Raras, se me suscita una reflexión sobre el tiempo de esperanza que se acaba de iniciar para los andaluces y especialmente me voy a referir al ámbito de las profesiones sanitarias, aunque no es muy habitual que me refiera a mi propia profesión. Antes, un mínimo apunte sobre las EERR. Y es que a la gravedad propia que encierran, se les añaden las dificultades de un diagnóstico precoz por su baja casuística, las posibilidades investigadoras y de ensayos clínicos son muy escasas y por su repercusión socio-laboral-económica las convierten en altamente costosas, lo que, medido a su baja visibilidad intensifican, aún más, su condición de gravedad. De ahí la necesidad de un afrontamiento político y social de máxima sensibilidad.

Dicho esto, repito, se abre un tiempo de esperanza, sin ocultar que la tarea de los nuevos rectores de nuestra sanidad va a ser, sencillamente, titánica. Un par de ejemplos pueden bastar. Desde la anterior Gerencia del SAS se calificaban las listas de espera como "leyenda urbana" y ya se ha visto el camuflaje al que estaban sometidas. Item más, la red clientelar de la Consejería de Salud, engloba en su estructura orgánica entre agencias, comisiones, consorcios, empresas públicas, comités, fundaciones, patronatos … hasta 60 dementos, ¿imaginan el coste? y ¿el desmontaje? Una legislatura completa sería necesaria, salvo para los amigos del Decreto Ley alejados de la ética y el respeto a muchas personas bien integradas en esas estructuras.

Por fin y sin pretensiones de ser exhaustivo, algo que siempre me preocupó y que el consejero en sus comparecencias ha reseñado y resaltado, la humanización de la asistencia que es un elemento fundamental y básico en la relación de confianza entre los profesionales sanitarios y los pacientes.

Ya decía Marañón que "solo hay un camino para llegar al fondo de la ciencia, la templada senda del humanismo" y enlazando con ello -suelo repetirlo en mis conferencias- Ernst Von Leyden afirma, que "El primer acto terapéutico es dar la mano al enfermo". Si a ello le añadimos el complemento, hoy día, de la tecnología -sin traspasar los límites de la Bioética- estaremos en la línea de una potencial buena práctica clínica. Mas la pregunta surge de inmediato, pero con la situación actual, ¿cómo? Si los profesionales han de afrontar muchos más problemas colaterales: sistema, burocracia, recursos, agresividad, masificación, … que los propios del paciente, especialmente agudizados en la Atención Primaria, donde hasta ahora parecía que esos compañeros no eran seres humanos con sus fortalezas, debilidades y sus cargas emocionales. Debemos tener la convicción de que quien dirige, lo conoce, lo ha sufrido y está dispuesto a buscar y ejecutar soluciones porque está convencido de que "Ser médico no nos hace mejor ser humano. Ser humano nos hace ser mejor médico".

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