Leía recientemente una entrevista a un profesor universitario, lamentándose del intento, si es que no está ya ejecutado, de regresión de las Humanidades porque significaría la deshumanización de la educación. Hacía un razonamiento importante y con sustento lógico. Decía: "Si todo se mide en términos económicos, conocer a Platón tendría muy poco valor. Si solo valoramos lo útil en el mercado laboral y los saberes prácticos exclusivamente se puede dar la paradoja de que los aparatos, en meses, pueden estar obsoletos, sin embargo, la filosofía griega nunca lo estará".

Naturalmente, es una posición opinable, pero lo que no lo es tanto es que, a la política actual, le interesa más la gente con baja formación y escaso espíritu crítico para evitar las preguntas, propias del buen razonamiento y argumentadas.

De ahí, que nos encontremos con situaciones como la organización gubernamental de sesiones informativas con selección de medios, supuestamente afines, en un flagrante ejercicio antidemocrático impropio de quienes se autocalifican como "progresistas" cuando lo que están ejecutando es un movimiento de rotundo sectarismo. Esto, sin entrar en las comparecencias sin preguntas o la selección previa de las mismas y, todo ello, por quienes criticaban el "uso del plasma" desde su situación de Oposición, in illo tempore.

El enlace de esta actitud con lo reseñado sobre la deshumanización formativa no explica las pretensiones de confrontación y ruptura social por parte de determinada izquierda radical, con la anuencia de quienes buscan la propia e individual permanencia en el Poder por encima del interés general. Ya Pablo Iglesias, expresaba en su día la gran aspiración para acceder y conservar el Poder: "controlar la televisión".

Es obvio que no caeré en el absurdo de negar el valor imprescindible de la Tecnología, pero sí afirmar que debe ser complementaria con las Humanidades y que de esa complementariedad debe nacer la humanización en el ejercicio de las relaciones laborales y sociales. De esto, aunque la pandemia lo esté obstruyendo, podríamos hablar mucho los sanitarios. De la necesidad, en esta era digital, de humanizar la asistencia sanitaria.

El problema es que no se intuye vayan a ir por ahí las cuestiones relacionadas con las Humanidades, sino que se profundiza, aún más, en los defectos de formación en los más jóvenes desde un Ministerio, el de Educación, -donde, aunque la ministra se apellide Alegría, el futuro se plantea con "tristeza" en este terreno- que ha rechazado la gran mayoría de alegaciones al borrador del decreto sobre Ordenación y Enseñanzas mínimas del Bachillerato. Esas alegaciones han sido planteadas por entes académicos, desde los de Historia, Geografía, Estudios Clásicos, Matemáticas… hasta Ecologistas en Acción…

Dicho lo cual, el referente de inicio hoy sobre la deshumanización educativa no es despreciable, aunque la pretensión política de ciudadanos profesionales poco incómodos al Poder, lo supera todo.

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