El pasado jueves se celebraba en la Plaza de España de Sevilla la presentación del portal Andalucía, destino de cine, organizada por Andalucía Film Commission. Con ello se pretende promocionar el turismo al que sin duda el cine rodado en nuestra región puede, no sólo atraer visitantes, sino también captar nuevos rodajes. Si este territorio es un fantástico escenario natural para el rodaje de películas, lo es desde antiguo y muy pródigamente Huelva, de cuya idoneidad cinematográfica escribíamos aquí la semana pasada y demuestran las casi noventa películas, aparte de cortometrajes, documentales y series de televisión, que se han rodado en nuestra provincia. Y la actividad sigue. Si hablábamos entonces del reciente rodaje de La trinchera infinita en Aracena, la comarca del Condado es otra vez el marco de una nueva filmación, la de la película de los hermanos José y Manuel Lagares El momento que queda, que tiene en su reparto a María José Alfonso, protagonista de La niña de luto, dirigida hace ya más de cincuenta años en La Palma del Condado por Manuel Summers, tan ligado a Huelva y tan recordado siempre por cuantos le conocimos.

Todo ello nos habla de la indiscutible idoneidad de nuestra tierra como destino del cine. Lo fue desde antiguo y, como se ve, lo sigue siendo. Huelva tiene atractivos singulares y fascinantes para convertirse en plató natural cinematográfico. Por su luz, su paisaje diverso, sus horas de sol y la riqueza de parajes únicos donde enmarcar cualquier historia. Ello habla de la numerosa variedad de géneros con los que se relacionan las muchas películas rodadas aquí. Desde la fantasía: Viaje al centro de la tierra (1959), de Henry Levin y La historia interminable (1984), de Wolfgang Petersen; a la más cruda realidad social y humana: La voz dormida (2011), de Benito Zambrano; pasando por la biografía: Platero y yo (1964), de Alfredo Castellón y Goya (1970), de Nino Quevedo; la adaptación literaria: Los pájaros van a morir al Perú (1971), de Romain Gary, sobre su propia novela; la Historia: Juana la loca (2001), de Vicente Aranda; el Descubrimiento del Nuevo Mundo: 1492: La conquista del paraíso (1992), de Ridley Scott; el trasunto teatral: Yerma (1999), de Pilar Távora; la Huelva británica: El corazón de la tierra (2006), de Antonio Cuadri, según la novela de Juan Cobos Wilkins; la intriga política: Che, el argentino, (2007), de Steven Soderberg; el drama rural: La aldea maldita (1954), de Antonio del Amo; los toros: El Litri y su sombra (1959), de Rafael Gil y El traje de oro (1959), de Julio Coll, sobre los más famosos toreros onubenses Litri y Chamaco…

Y tantas otras de otros tantos géneros cuya lista necesitaría una página entera. Son una larga referencia de lo que siempre fue y será: una Huelva de cine.

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