El Holocausto, hoy

El ejecutor siempre utiliza la falacia para justificar su acción destructiva y lo más grave, encuentra audiencia

Estamos en el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. Una celebración que viene a recordarnos hasta qué punto puede llegar la miseria de la condición humana cuando se fundamenta su actuación en un concepto, digamos desconocido en su tiempo pero absolutamente actual, tal cual es, el llamado supremacismo, lo que pone en evidencia que aquel genocidio de antaño no solo no es rechazado por determinados sectores sino que existe alto riesgo de repetirse, si es que no hay ya lugares -no hace falta citarlos- donde se están produciendo tan injustas y criminales actuaciones.

Y, hoy, muchos años y generaciones después, se reproducen. No aprendemos de los errores históricos, posicionamientos e ideas similares a las del pasado siglo. Tal vez, con otros medios o técnicas, pero con el mismo fin, la destrucción del ajeno. El ejecutor siempre utiliza la falacia para justificar su acción destructiva y lo más grave, encuentra audiencia y, generalmente, numerosa además de adicta para quienes las víctimas son los responsables de su desgraciado y terrible destino de aniquilación, sin distinción de edades, género o condición. El axioma es rotundo, se incluyen los niños para que no crezcan y puedan vengar la muerte de sus progenitores. Esto era norma de las SS en Auschwitz, por poner un ejemplo. Si a ello le asociamos la maleabilidad de las conciencias, el fanatismo, la ambición, el odio, la envidia… que, en el fondo aunque pueda no parecerlo, son los elementos representativos del rencor en los acomplejados que pretenden camuflar sus traumas con ese teórico criterio de superioridad.

Digo que se repiten errores. Antaño, los países del entorno del fenómeno nazi miraban hacia otro lado, no tenían capacidad de acogida -a que les suena de algo parecido a hoy día- para tanta población perseguida y se plantean proyectos ficticios de paz para evitar guerras, ¿recordamos la frase al respecto de Churchill a Chamberlain sobre el honor y la guerra?, demostrado quedó que preservar lo uno no impedía lo otro.

En definitiva, hoy seguimos teniendo muchos, tal vez pequeños Auschwitz y muchos teóricos líderes que generan rechazos, pero no dejan de crecer. En los años 20, el 97% de los alemanes rechazaron el nacionalsocialismo y a su líder; en los 30, se alzaron con el poder. Suficientemente notorio como para olvidarlo y más en un día como hoy recordatorio de tantos seres humanos masacrados.

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