Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Hojalatero

El tren Barcelona-Sevilla evocaba un sueño del 92 con Freddy Mercury y Cristina Hoyos

Al levantarme le quité una hora al reloj y me asomé a la terraza del hotel. Se veía la torre de la iglesia, las casas encaramadas en la loma de la montaña, la línea del horizonte donde el pueblo se hacía campo. La era le decíamos de niños. Otra era, que es un abismo de tiempo mucho más profundo que otra hora. Compartí la habitación del hotel con uno de mis hermanos. Los cinco nos habíamos citado en la Arcadia donde nuestros padres modelaron una familia. Desde la terraza, con el eco de alguna pisada, el motor de un vehículo o el trino de los pájaros, veía una película de Azorín. Hay muy pocas veces en las que las cosas parecen estar en su sitio y ésa era una de ellas. Como si el cambio de hora hubiera parado el tiempo.

El Gran Teatro ya no existe y da nombre a un edificio donde una vez vi a dos gigantes, José María Rodero y Agustín González. Los cines de mi infancia ya no existen, pero sí el recuerdo de las películas: las de Fumanchú en la antigua plaza de toros; El guateque, en el Calatrava; Muerte en Venecia, en el Lepanto; las de Old Sattherand y Winnetou, el vaquero y el indio del Far West que se inventó Karl May, en el cine de la avenida. El paseo está exactamente igual que hace cincuenta años. Jugaba a quitarle ese tiempo, ¿cuántas horas caben en medio siglo?, me preguntaba en el reloj de Cernuda, a muchos de los que pasaban por el paseo: la infancia recuperada. Los cuatro caños de la Fuente Agria siguen echando el agua ferruginosa que descubrió el doctor Limón, pero dicen que se ha muerto el hojalatero que hacía las jarras.

Conseguí adelantar el regreso en el tren. En el andén le hago una foto con el móvil a la Chimenea Cuadrá, el gran monumento de mi pueblo. El equipo de fútbol jugaba en Toledo. Por megafonía anuncian la llegada del tren. Un AVE procedente de Barcelona-Sants. Ya en casa veré por televisión los destrozos de la barbarie en la estación catalana. El vagón viene completamente lleno. Termino de leer una novela de Peter Handke. A la señora de delante se le cae al suelo un libro de Dan Brown. Barcelona-Sevilla. En un trayecto ferroviario el sueño del 92 con letra de Freddy Mercury y volantes de Cristina Hoyos. Antes vino el sueño del 82. Los 202 diputados de Felipe González de otro 28 de octubre. Tal día como hoy. Hay gente que en vez de retrasar la hora ha retrasado el siglo.

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