Predilección es el cariño especial con que se distingue a alguien entre otros. En las familias, cuando tienen varios hijos, los padres suelen mantener un equilibrio en el afecto dispensado a cada uno de ellos. Sin embargo, en las demás colectividades humanas es lógico que algunas personas destaquen sobre el conjunto y es justo que obtengan el justo reconocimiento a sus méritos. La Comunidad Autónoma Andaluza no es una excepción y distingue a sus ciudadanos más ilustres en dos formas: con las Medallas de Andalucía y con su designación como Hijos Predilectos de Andalucía, que es la más elevada distinción que concede la Junta. El próximo día 28 de febrero tendrá lugar la entrega de once Medallas y la designación de dos Hijos Predilectos de Andalucía: el almeriense Francisco Martínez Cosentino y el onubense José Luis García Palacios, a título póstumo.

Hace más de un año que un grupo de amigos de José Luis pusimos en marcha, sin que él lo supiera, gestiones para que le fuera concedido este nombramiento. Una carta a Susana Díaz del que fue ministro de Trabajo Valeriano Gómez y la que lo era en aquel momento Fátima Báñez, presentó de modo formal la solicitud a la que era entonces presidenta de la Junta, que la acogió de forma muy favorable. Es significativo que la petición estuviera firmada por ministros de los dos primeros partidos de España, lo que da una idea de la unanimidad desde opciones políticas diferentes acerca de la ejecutoria de quien, ya desde que fue senador por UCD, tuvo siempre como prioridad el bien de su tierra -Huelva, Andalucía, España-, sin reparar en consideraciones partidistas. Su fallecimiento, sucedido verdaderamente en acto de servicio, con el sentimiento generalizado de consternación que produjo en la sociedad, dio más sentido, si cabe, a la solicitud, que el nuevo presidente de la Junta hizo inmediatamente suya.

Conocí y traté asiduamente a García Palacios en Madrid hace cuarenta años y desde hace más de treinta, ya radicado en Huelva, he sido testigo muy cercano de su inagotable capacidad de trabajo, su extraordinaria vocación de servicio y su devoción por la amistad. Pero si hubiera que destacar en él una cualidad, yo señalaría unas excepcionales dotes para el diálogo, unidas a la prudente clarividencia para encontrar soluciones sensatas a los problemas más intrincados. Para mí, esas son las claves del ingente legado que nos deja.

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