Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Háganse un favor y no voten a nadie

La manera de entender la actividad política me hace aborrecer cada uno de sus gestos hacia todos nosotros

Esperen, esperen, antes de que tengan la tentación de decírmelo: mientras siga pagando mis impuestos, no sólo tendré todo el derecho del mundo a criticar, sino que ellos tendrán el deber de escucharme. ¿Ni tan siquiera en blanco, oiga usted? Pues no, porque no sirven, no se cuentan. El día que, un poner, no vote la mitad de la peña y haya la mitad de escaños vacíos, ese día merecerá la pena, pero hasta entonces, nasti, gente. Es que su demagogia más chusca, su desvergüenza más desmedida, nos ha llevado a creernos que estamos ante una obligación y por ahí sí que no.

Les pongo la última. Una representante de Ciudadanos aseguraba el otro día en un programa de televisión, que ellos no aprobaron la ley de eutanasia porque el PSOE no apoyó la suya de cuidados paliativos; es decir, que a la susodicha le importaba más o menos un pimiento chuchurrío el sufrimiento de miles de familias -desgraciadamente sé de lo que hablo- y ha permitido que un señor, en un acto de amor infinito hacia su mujer, tenga que responder ante un juzgado de violencia de género, simplemente porque la quería tanto, que la ayudó a irse como ella quería. Mientras la política sea así de repugnante, conmigo no van a contar y les advierto que me tendrán siempre de frente.

Su trabajo, por el que le pagamos más que bien en sueldos, dietas y pensiones que ni ustedes ni yo tendremos nunca, debe ser otra cosa. Estoy hasta el mismo higo de que sean, no ya parte del problema, sino el problema en sí. No hay nada en lo que no metan la zarpa, que no les sirva para enfrentarse, para echarse no sé qué muertos encima, para acusarse unos a otros de las más infinitas perrerías y mientras tanto, pretenden que los demás aplaudamos. Servidor se baja del carro y ya no les aguanto más. En cuanto tengan la mínima intención de pensar en nosotros más que en ustedes mismos, en cuanto consideren que les necesitamos para que nuestro día a día sea un poco mejor, que a la gente que le hace falta se le ayude, que pensemos en cómo vamos a llevar a nuestro país para adelante, en cuanto dejen de gritarse unos a otros y en el mismo momento en el que exijan a los suyos un comportamiento honrado o -pueden empezar por ahí- alaben una buena idea aunque no se les haya ocurrido a ustedes, ese mismo día pueden aspirar a que les preste un mínimo de mi atención. Hasta que no lo hagan, no me molesten más. Háganme el favor.

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