El presidente del Gobierno inicia la precampaña con dos armas literarias, el BOE y un libro biográfico. El Boletín Oficial, para decretos con promesas de un futuro en el aire. Y su Manual de resistencia para darse lustre personal que siempre le vendrá bien, pase lo que pase en abril. El BOE tiene un recorrido corto y el libro es bastante decepcionante. Las autobiografías tienen un problema: suelen faltar los detalles más interesantes, por descarte deliberado, olvido o tergiversación egoísta. Nadie pone sus tripas en una hagiografía. Al contrario, se maquilla tanto para salir elegante que aburre o empalaga.

Hay perlas de Sánchez en esa línea, en su dictado a la secretaria de Estado Irene Lozano. Por ejemplo, cuando retrata su incomodidad en 2014 al ser ninguneado por los barones socialistas, que lo consideraban un intruso interino: "Aquella fue la época de Pedro el guapo, cuyo mensaje implícito decía: como es guapo, es frívolo". O cuando admite que puede sonar presuntuoso, pero se da cuenta de que se crece en situaciones difíciles. Ese punto adolescente, entre fatuo y animoso, trata de tapar al personaje voluble que tenía una opinión en Ferraz y la contraria en La Moncloa sobre lo que pasó en Cataluña en septiembre y octubre de 2017, dicho sea de paso.

Su dramática relación con Susana Díaz es resuelta con alusiones superficiales. Uno de los agujeros negros de esta crónica oficial es la escasa información sobre las condiciones del patrocinio que la líder andaluza le prestó en la primavera de 2014 para que ganase a Madina la secretaría general del PSOE. Díaz estaba enfurecida contra el dirigente vasco, porque al reclamar primarias impidió su proclamación como jefa nacional socialista. Y en su vendetta, abanderó al rival que consideraba más débil con intención de sustituirlo; por eso aupó a Sánchez. Él cuenta con un punto ingenuo que tras el apoyo de la federación andaluza ya percibió que algunos le respaldaban "sólo para ganar tiempo hasta que Susana ocupara mi lugar". Era de los pocos que no se habían dado cuenta.

También limita sus alusiones a Felipe González, que le ha llegado a acusar de engañarle. La única cita es el amparo que le prestó el viejo líder en pleno acoso en 2015, cuando estaba aislado y se dedicaba a salir en Sálvame o El Hormiguero para sacar la cabeza en los medios. También hay una parte seria, aunque también ligera, en la que reivindica a la socialdemocracia para una redistribución de la riqueza y el poder en el ámbito internacional.

Pero el producto final queda rebajado por múltiples detalles: confunde a Einstein con Hemingway o a San Juan de la Cruz con Fray Luis de León, y presume de que su primera decisión en Moncloa fue cambiar el colchón en el que había dormido Rajoy... Al final, le ha quedado un libro guapo y frívolo. Hay que desear al presidente más suerte con el BOE.

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