Greta

Hay algo en el mensaje milenarista de Greta que parece reproducir los peores tics de las sectas más fanáticas

Como pasa siempre, la figura de Greta Thunberg -la adolescente sueca que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el cambio climático- ha creado dos grupos irreconciliables de partidarios y detractores (sin contar, por supuesto, a la gran masa que sólo se preocupa de su trabajo, su familia, su familia y su minúsculo derecho a intentar ser feliz en esta vida). Para sus partidarios, Greta es una luchadora que nos ha revelado los crímenes del capitalismo y que ha puesto en marcha una cruzada ecológica para salvar el planeta. Para sus detractores, en cambio, Greta es una adolescente con problemas psíquicos que ha sido manipulada por sus padres y por un entorno de irresponsables que se están aprovechando de ella y que la convertirán en un juguete roto en menos de dos años.

Siendo objetivos, hay que concluir que partidarios y detractores tienen su parte de razón. Es iluso -y suicida- negar la realidad devastadora del cambio climático, como hizo Donald Trump en la cumbre de la ONU a la que también asistió Greta Thunberg. Eso es innegable. Pero al mismo tiempo, hay algo en el mensaje milenarista de Greta Thunberg y en la forma en que se dirige al mundo de los adultos que da bastante miedo porque parece reproducir los peores ticsde las sectas más fanáticas y destructivas. Si me preguntan por una distopía particularmente descorazonadora, no se me ocurre una idea mejor que una sociedad gobernada con mano de hierro por una muchedumbre de adolescentes histéricos que siguen las consignas de una niña que parece haber oído una voz sobrenatural que la impulsa a salvar al mundo de la destrucción y de la codicia. Pero al mismo tiempo, tampoco se me ocurre una distopía más siniestra que un planeta arrasado, sin lluvia, sin cosechas, en el que los seres humanos tengan que matar para disputarse un pozo de agua o una ciénaga.

El cambio climático es una realidad -las evidencias científicas son apabullantes-, pero luchar contra el calentamiento global va a exigir unas medidas políticas muy impopulares que serán caras e incómodas y que no nos van a gustar nada cuando lleguen. Y por eso, imagino, están usando ahora a Greta Thunberg para meternos miedo. Hasta que un se olviden de ella como se olvidan los productores de los realities de esos personajes que ocupan fugazmente las pantallas y luego desaparecen sin dejar rastro.

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