Mientras escribo esta columna acaba de echar a andar en Madrid el enésimo truco del almendruco de los últimos años: La Cumbre Climática. Esto es un rebujo de intereses, un río revuelto en el que siempre hay ganancia de pescadores; no de todos, sino de algunos en particular. En primer lugar hay que saber que no existe consenso científico internacional sobre el llamado cambio climático. Podemos encontrar tantas publicaciones científicas a favor de este nuevo dogma como en contra. Así que por ahí, nada de nada, división de opiniones y poco más. Pero la ola ya está montada y hay que aprovechar su inercia y allí que va todo el que puede a sacar tajada económica o política. En el primer caso la ruinosa industria de las energías renovables, que pagamos en nuestro recibo de la luz, ve una oportunidad de remontar vuelo y que los gobiernos de todo el mundo las rieguen con mucha pasta. Pero muchos gobiernos, no tan catetos como el español, están ya de vuelta en esto de dar dinero de los contribuyentes para negocios ruinosos. Acuden algunos presidentes de Gobierno a esta cumbre, sí, pero no verán por allí a los de Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Japón y ni siquiera el de la Suecia de la inefable Greta Thunberg. Ya la conocen. Dieciséis años tiene la criatura y la han convertido en icono del mundial camelo climático. Parece ser que la muchacha a los 8 años tuvo una revelación interior sobre la gravedad del estado del clima en el mundo y desde entonces se convirtió en una activista del asunto que le llevó, por ejemplo, a no comer carne y a no viajar en avión. Esto último arruinó la carrera de su madre, una prometedora cantante de ópera sueca, que tuvo que dejar de cantar porque no podía viajar por el mundo.

En esta conjura de los necios hay un ruido de fondo que empezó siendo leve y ya es atronador. La extrema izquierda mundial aguzó su ojo de lince para ver potenciales conflictos que manejar y vio en este otro más para enfrentar a las sociedades y deslizar esos mensajes neocomunistas que a la luz del día no se atreven a difundir. Como de muestra vale un botón, rescato un artículo firmado por Greta y por dos activistas ultraizquierdistas, una chilena y una alemana, en el que se dicen cosas como esta: "La crisis climática no se trata solo del medio ambiente. Es una crisis de derechos humanos, de justicia y de voluntad política. Los sistemas de opresión coloniales, racistas y patriarcales lo han creado y alimentado. Necesitamos desmantelarlos todos".

¿Les suena la música? ¿Verdad que sí, que ya nos la sabemos de memoria? Pues nada Greta, cariño, ya te han cazado, como a una mariposa en una red. Tú verás.

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