Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Gracias

Las calles están más saneadas, sin individuos que demuestran que no merecen vivir entre gente civilizada

Tengo que reconocer que hoy le he dado muchas vueltas. Iba a dedicar esta cachito de los lunes a darle ánimo a Andrea Camilleri, que nos deja a Montalbano huérfano y a todos nosotros también. Luego pensé proponer a Albert Rivera como representante a Eurovisión, digno sucesor de los engendros que mandamos todos los años y merecedor más que evidente de ese protagonismo ridículo que exhiben algunos en cuanto cruzan los Pirineos. Lo que pasa es que no contaba con la sentencia de la Manada. La verdad es que no tenía demasiadas esperanzas puestas en el Supremo, qué quieren que les diga, pero después de escuchar sus argumentos, la verdad es que tengo que agradecerles que hoy las calles estén un poco más limpias que el viernes pasado por la mañana temprano (esto de las redes sociales va a terminar conmigo, se lo digo en serio, así que háganme el favor y retuiteen hombre, retuiteen).

Siempre he considerado que salvo algún juez de instrucción que se cree que está presidiendo una sala en Nuremberg y que sobre él pivota la Justicia universal, así con mayúscula, a lo largo de mi vida me he topado con magistrados que han hecho que este trabajo merezca la pena. Ahora que no está en el candelabro, me acuerdo de las vistas de Javier Gómez Bermúdez, el primero que entendió que entre ellos y los periodistas era preciso colaborar, que nos explicó la ley del jurado y que después de uno de los primeros juicios con tribunal popular, se dirigía a los plumillas que lo seguíamos para aclararnos cualquier duda sobre el procedimiento.

El pasado viernes me dieron otra alegría. No conozco el sumario, excusa que dan algunos desahogados para descalificar a cuantos opinamos sobre el asunto, según ellos, sin saber. Bueno pues, a la mierda. Quiero agradecer a esos jueces que pusieran las cosas en su sitio, que nos quitaran de encima a personas que han demostrado que no merecen vivir entre individuos normales. Estoy más que harto del goteo intolerable de asesinatos, de políticos que se empeñan en decir que no es para tanto porque no entienden que hay mujeres que se las asesina por el hecho de serlo; espero que lo paguen en las urnas y con el desprecio colectivo. No podemos tolerar que haya una sola mujer que vaya por la calle con el miedo a que le pase algo, sencillamente no podemos. La igualdad es un derecho de todos, hombres y mujeres y en esa sociedad no entran comportamientos de semejante calaña. La risa que mostraban, espero que se les borre.

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