Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Gracias Pepe

Trabajar al lado de Pepe Mullor ha sido una de las mejores experiencias profesionales de toda mi vida

Llegué cuando todavía las llamas transmitían un más que bien recibido calor en pleno mes de febrero. Llevaba varios días durmiendo poco y mal. Conocía como la palma de mi mano la autovía que conectaba Almería y El Ejido. Mi Ford Fiesta, el primero que me cedió en usufructo mi padre y que se afanaba por morir muy al sur de donde fue concebido, se comportaba como un campeón. "Han prendido fuego a un invernadero", me dijeron. Y era verdad. El paisano había dejado sus vanos intentos por sofocar las llamas y más de una vez me he preguntado si no sería una golfada para, aprovechando que la ciudad se desangraba en mitad de un clima de agresiones salvajes como no he vuelto a ver, cobrar del seguro la renovación de sus vetustas instalaciones. Lo cierto es que a la segunda pregunta, sonó una explosión tremenda. Hice gala de mi valentía y me tiré al suelo. Desde allí escuché un grito a mi espalda: "¿Estás bien?". Miré atrás y apenas vi un pequeño cuerpo y una enorme cámara de fotos. Mi pretensión de convertirme en periodista de guerra atacado por una turbamulta en medio del Mar de Plástico ejidense, se quedó en un miserable susto producido por la explosión de una tubería de uralita. Y el Pepe Mullor descojonándose de risa fue lo que más me dolió, aunque luego el despelote fue mutuo.

Me he acordado de él ahora que se jubila. Mentira. No lo va a dejar nunca. Lleva haciendo lo mismo desde antes de que existiera el periódico en el que ha dejado su vida. Decir que es historia viva del periodismo en Almería es quedarse muy corto. Pepe Mullor es, además, un tío al que merece la pena conocer. Yo lo hice y estoy muy orgulloso de haber trabajado con él, reído con él y pasado penurias a su lado. Ojalá piense que este pellejerías, como me llamaba -además de Petazeta o Vasco de los cojones (éste es su favorito)- pudo hacerse merecedor de hacerlo a su lado.

No importa el tiempo que pase, ni lo lejos que esté. Cuando lo llamé hace unos días para felicitarlo por su pase a la reserva, me reconocía, como el niño que siempre fue, que cuando llegó al Ayuntamiento de Almería le tenían preparada la sorpresa de una Corporación municipal puesta en pie para aplaudirle y dándose codazos para hacerse -por una vez- una foto a su lado: "tío, parecía que yo era David Bisbal". Ni de coña Pepe. El de los rizos no te llegará, por mucho que cante, ni a la suela de los zapatos. Eres mucho más grande. Y en Huelva hay un Selamenta -otra que le encantaba al peaso sinvergüenza- dispuesto a proclamarlo a voz en grito. Gracias maestro.

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