Lo que se nos viene encima a los españoles no es una gota fría social y política, lo que nos empieza ya a caer es una gota helada que nos va a dejar ateridos. Estamos sacando todas las papeletas para que la cosa termine de cualquier forma menos bien. Por un lado, un Gobierno que lleva un año de interinidad mientras el paro salta el listón de los tres millones de personas, la deuda pública desbocada por encima del 100% y por la que se paga casi seis mil euros cada segundo, y una inmigración desatada, desordenada y abandonada a cualquier atisbo de legalidad. Por otro lado, los jueces, algunos jueces o muchos jueces. Uno de los torpedos que más daño ha hecho en la línea de flotación de la democracia en España ha sido la politización de la justicia, o lo que es lo mismo, el Parlamento, los partidos, teledirige la vida y milagros de los jueces españoles. Los más altos tribunales están formados por aquellos que los partidos políticos han deseado y aupado. De tal manera es todo que ante una importante sentencia puedes apostar tranquilamente por el lado que va a salir conociendo la composición del tribunal. Más daño es muy difícil hacer a un sistema democrático.

Punto y aparte es el tercer acto de esta tragedia, que ni siquiera es tragicomedia, y son las malditas autonomías, que ellas solas, sin más ayuda, se van a llevar por delante el orden constitucional. Por un lado generando un gasto brutal e insoportable para los españoles, y por otro, creando unas tensiones que ya no son tensiones, son golpes de Estado y declaraciones de corte bélico. En estos días vemos cómo en Cataluña hay un cuerpo armado de 17.000 agentes, que en su mayoría desean el derribo del orden constitucional español, a las órdenes de un gobiernito liderado por un sujeto que pasa el día amenazando y amparando a presuntos terroristas que están en estos momentos en prisión incondicional. Estos sujetos fueron detenidos por la Guardia Civil, honor y honra, por orden del juez y con el mayor sigilo por aquello de las filtraciones de las que ya sabemos en España para escribir un libro. Y en este panorama que muchos no quieren ver, pero llover llueve para abajo aunque no te guste, la prioridad gubernamental y periodística es pasear por Madrid los huesos de un político que murió hace 44 años, paseo que se hará entre el entusiasmo de algunos, la tibia abstención de otros y la indignación de no pocos. Si Franco hubiese sido judío o musulmán, la violación de su tumba hubiese sido imposible en esas religiones. Para ellos las tumbas son inviolables. No sé en qué parte del Evangelio dice que se puede profanar una tumba. Lo volveré a leer por si se me ha pasado.

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