Visiones desde el Sur

Garrido Palacios

Garrido Palacios ha regresado al realismo mágico o puede que nunca haya salido de él

Manuel Garrido Palacios se ha pasado la vida comiéndose con la vista y aderezando con el entendimiento todo cuanto se le ha cruzado por delante o por las mientes, porque, aunque muchos no lo crean, con el pensamiento también se ve, y mucho. Aventajado alumno de Julio Caro Baroja, Garrido Palacios hizo de la etnografía su pasión. Su entusiasmo por las tradiciones, los ritos y las costumbres le ha llevado a escribir más de una quincena de libros en esta materia, que no voy a citar, e incluso hasta un diccionario, que ya es estar enamorado de las palabras y de sus significados.

En el ámbito de la ficción posee una buena nómina de libros editados, pero, de lo que yo quería hablar, es de que Garrido Palacios se ha dejado caer ahora con una nueva novela: Teclas blancas, teclas negras. He degustado su lectura como si de una exquisitez culinaria se tratara. Garrido Palacios ha regresado al realismo mágico o puede que nunca haya salido de él y yo no me hubiese percatado. Puede.

No obstante Teclas blancas, teclas negras posee todas las características propias de esa corriente y su lectura nos trae a la mente nombres como Rulfo, García Márquez, Carpentier, Horacio Quiroga o Álvaro Cunqueiro entre otros. Y no estoy loando a un amigo y maestro, no.

Una aldea perdida en el confín del mundo; una mujer que recuerda cosas que pudieron ocurrir o no, váyase usted a saber, y que se las cuenta a una hija que no es su hija, que se marchó dejándola abandonada en aquel rincón donde la muerte ronda a todas horas por aquello de "los de arriba y los de abajo" o "los que mandan y los que obedecen" que viene a ser lo mismo; una pianola que va y viene y que siempre se atascó desde que se la conoce en el compás veinticuatro; un tal poeta Pardero que de vez en vez suelta unas consejas líricas sin venir a cuento; un señorito que a la menor de cambio tira de pistola y si te vi no me acuerdo; un hambre por siglos acunada; un cura que hace la vista gorda con el mandamás y le da látigo al resto; cunetas o barranqueras en donde vienen a caer los cuerpos de las personas que se pierden y jamás se encuentran; unas vidas y unas muertes; unos sueños que jamás se cumplen pero que puede que alimenten y permitan hacer pasable este asunto del transitar; un mundo con sus reglas todas, buenas o malas, eso no importa; una novela, una gran novela, reitero, esta de Garrido Palacios, esa de Teclas blancas, teclas negras.

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