Ganas de Feria

No me sorprende la actitud tan proclive de Espadas a la celebración de las fiestas de primavera

Le están dando la del tigre al alcalde Espadas por su idea de trasladar un cierto espíritu feriante de ocasión al centro mismo de la ciudad, con las calles con farolillos y las señoras de flamenca (lo del traje corto para los hombres sólo puede habérsele ocurrido a alguien que no ha pisado la Feria en su vida) para, se supone, alegrar el semblante de los sufridos vecinos resignados a un nuevo vacío existencial y, sobre todo, las cajas de los necesitados negocios de hostelería.

En realidad, el alcalde no ha hecho otra cosa que repetir para la Feria lo ya ensayado con cierto éxito en la pasada Semana Santa. De la misma forma que la gente se ha echado literalmente a la calle con sus chaquetitas azules y sus trajes imposibles de Domingo de Ramos y no había un solo paso en la calle; del mismo modo que el personal se ha tragado colas de hora y media para en medio segundo hacerse la foto delante de las imágenes justo antes de que cualquier aprendiz de segurata con medalla y fijador le indicara el camino más corto para la puerta; por eso mismo, el que más y el que menos ya anda fabulando como será esta feria del 2021, a modo de purgatorio hispalense entre el infierno en blanco del año anterior y la gloria en amarillo albero del año que viene.

Porque, levante la mano, ¿quién no se ha planteado ya reunirse con los amigos en su restaurante de guardia para celebrar un remedo de pescaíto en mesas de seis, más seis, más seis? ¿quién no ha soñado su patio, su jardín o su azotea como una sucursal nostálgica y sobrevenida de su añorada caseta de feria? La ciudad burguesa, la que a fin de cuentas perfila y mantiene las formas de la Feria, tan alejada de sus inicios rurales y ganaderos, no está dispuesta a dejar pasar la semana en blanco, de ahí la cantidad de actos y eventos que se anuncian, como si la pandemia fuera sólo una nube más de las muchas que sobrevuelan el real pero que nunca mojan.

A mí, que todos los años veo comulgar al alcalde Espadas en los Oficios, no me sorprende esta actitud tan proclive a la celebración de las fiestas de primavera, aun en circunstancias adversas. Y por mucho que ahora juegue al despiste y amenace con traicionarnos para pasarse al club Frankenstein, me ratifica en su condición de socialdemócrata tradicional, que suelen ser al final los más conservadores. De los que ya están contando los días que faltan para el Domingo de Ramos.

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