Estimado funcionario o funcionaria: Si oye usted redoblar las campanas, no piense que se celebra el inicio de la Secundaria y que las casas (¡por fin!) se quedan sin niños. No, el motivo es el gozo del Gobierno al ponerse manos a la obra con los presupuestos para el año próximo dándolos por aprobados a priori. Tiene sus razones. Pocas veces se habrá sentado a negociar dándose por vencedor desde el principio. Posee ya los votos necesarios, que es lo que cuenta. La equidad puede quedar para otra ocasión.

Sin embargo, puede ser que el exceso de euforia que han manifestado nuestros gobernantes en los últimos meses, les pase ahora factura: Si se vende que España es el país europeo con mayor recuperación económica y se promete facilitar las jubilaciones a los empleados públicos, ¿cómo se gestionará el millón de plazas que se calcula habrá que renovar? Si Báñez salta de su silla de contento con el empuje que le está dando (según su Ministerio de Empleo) a reducir el paro y a subir los salarios. Si De Guindos anuncia salir este año del Procedimiento de Déficit Excesivo (PDE) y si según la OCDE los precios avanzarán un 1,4% en 2018, ¿Qué argumento podrá utilizarse ahora para negarse a que la subida salarial se acerque al IPC, conociendo que en los últimos siete años los funcionarios han perdido entre el 12% y el 14%? ¿Qué pensarán hacer con la actual normativa por incapacidad temporal que le priva de las retribuciones a quien esté de baja, en función del tiempo?

¿Saben el mayor de los temores? ¿Han pensado cuál puede ser el escudo protector gubernamental? Es fácil. Ahora habrá que fomentar la consabida cancioncita de que "los funcionarios son la clase privilegiada". Recuérdenle a quien afirme esto que llegó un fatídico 2010, gobernando Zapatero, y se llevó el honor de encabezar el primer Gobierno que acometió aquello que los españoles creían que nunca jamás pasaría: bajarle el sueldo a los funcionarios. Aquello sirvió para concienciar a todos los españoles acerca de que si te dedicas a lo público, te puede pasar de todo. No quedó ahí la historia, aquel Gobierno tan defensor de lo público, les congeló el sueldo y durante 5 años. Claro que después el PP, para no ser menos, les suspendió la paga extraordinaria.

Ustedes, funcionarios, como todos los trabajadores españoles, llevan años siete años perdiendo poder adquisitivo, pero por el hecho de ser "unos privilegiados" pertenecen al grupo de los que aún no se ha recuperado.

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