Ajuste fino

Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

Fitur y la municipalidad

PARTE de la esencia de Fitur siempre estuvo en el ladrillo, en esos alcaldes de pueblos costeros que se presentaban en la feria turística de Madrid con aquellas maquetas que no cabían en el recinto, anunciando casinos, urbanizaciones de lujo, campos y campos de golf... El ladrillo de los alcaldes que despreciaban el turismo de alpargata porque había que crear riqueza desde la izquierda también, aquellos alcaldes del ladrillo y el desarrollo turístico a galope del bajo precio de las hipotecas eran la quintaesencia de Fitur.

Con la caída del ladrillo y la subida de las hipotecas, Fitur tiene como un andar cansino por encima de proyectos ya más virtuales y apoyados sobre todo en la iniciativa pública: estaciones, puentes y demás. Pero aquella alegría del ladrillo a la sombra de la cual cualquier alcalde costero que se preciara llevaba en la mano un plano de miles de millones de inversión no es que haya muerto sino que tendrá que esperar a que pase la crisis, dos o tres años o así.

La esencia de Fitur se ha apoyado siempre en dos vertientes: el ladrillo y el protagonismo de la municipalidad. Posiblemente no haya una manifestación en España con más concejales por metro cuadrado que Fitur. Por encima incluso de los estatutos de autonomía y de las diferencias entre nacionalidades, un concejal en Fitur es un concejal homologable con cualquier otro que se desenvuelve con ese corporativismo de quienes saben los cálculos que hay que hacer para pagar la deuda municipal con la venta de suelo. Fitur es mucho de la España de la municipalidad, es como una gran feria de concejales cada cual con su paquete de planos vendiendo su ciudad ideal.

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