Fiesta viva

Se puede abortar, según ellos, a los 16 años pero no se puede entrar con esa edad en una plaza de toros

Parece como que la Fiesta Nacional estuviese aletargada y nada hay más lejos de la realidad. Que los medios de lo imbécilmente correcto la tenga marginada no ha sido obstáculo para que el año pasado más de cinco millones de españoles obedecieran a sus genes y se plantaran en el tendido de una plaza de toros. Un dato de sumo interés es que los espectadores menores de cuarenta y cinco años fueron el doble que los mayores de esa edad. Así pues, los toros no se mueren porque no nos da la gana a los taurinos. Pueden seguir coceando el aguijón el tiempo que quieran, nuestro sistema inmunitario está por las nubes y nuestras defensas están a nivel diez. Como no saben por dónde atacar nuestra numantina defensa, ahora pretenden ir por parlamentos y ayuntamientos promoviendo mociones para prohibir la entrada de menores de dieciocho años en las plazas de toros. Resulta que a los dieciocho años un joven ha visto unos dos millones de asesinatos en cine y televisión, ha matado unos doscientos mil soldados en la play móvil, ha presenciado quinientas mil muertes por decapitación, por lanzada, por espadazo, por bomba o por lo que sea y ese chico no puede ver una corrida de toros. Hay que echarle cara al asunto. Igual que se puede abortar, según ellos, a los dieciséis años pero no se puede entrar con esa edad en una plaza de toros. De aurora boreal.

En esto de la antitaurinidad hay varios grupos mezclados y revueltos que incluso nada tienen que ver entre ellos. Está la persona a la que no le gustan los toros como a mí no me gusta levantarme temprano. Siempre han existido y nada hay que comentar ni añadir. Están los llamados animalistas, que a su vez se subdividen entre los que disfrutan y quieren a sus animales y van a los toros con sombrero, copa y puro y los que, más que querer, idolatran a su perro por encima de cualquier otro animal, incluido los bípedos. Tampoco estos los comento. No hace falta. Y está el tercer grupo; son aquellos que les importa un bledo los animales, los dueños de los animales, los toros y todo argumento que no sea el del odio a España. Sí, no lo corrijo. Detrás del antitaurinismo hay un sector que odia todo lo que tenga un tufillo a español, desde los Reyes Católicos a Manolo Escobar, todo. Ahí está el nazismo catalán, y sus aliados españoles, para demostrarlo. No pasa nada. Cuando ellos sean un día pasto del olvido y nadie los recuerde y los añore, cuando sean nada en la nada, seguirán habiendo corridas de toros, en esta patria hoy escupida. Ellos desaparecerán, los toros seguirán y los españoles los verán. Así sea.

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