Ficción

Lo suyo, señora, puede estar más tipificado en los libros de psiquiatría que en el Código Penal, que también

Una profesora de un instituto canario ha propuesto castrar a todos los recién nacidos varones para asegurar una sociedad totalitaria feminista. Dice la encantadora docente que lo hizo dentro de una ficción que ella ha imaginado en un libro que está escribiendo. Y fue y se lo contó a los alumnos. Esta impresentable fue grabada por los alumnos ya hartos de sus delirios. Las cintas están publicadas y yo las he oído. Es más o menos cierto lo que cuenta sobre su libro, del que espero no venda ni un solo ejemplar, pero no es menos cierto que las cintas hablan de su delirio monstruoso y de bastante más. Esta señora ignora lo que es ser docente, ser funcionaria, y le importan un bledo los principios de respeto e imparcialidad al ponerse junto a una pizarra. La sujeta es un mitin andante. Es una perorata violenta e interminable con dos pies. Imagino que algún día del curso se equivocará e impartirá Lengua y Literatura Española porque la impresión que causan las cintas es de guirigay permanente en sus clases al hilo de las constantes soflamas con las que calienta los cerebros de los alumnos. La interfecta es concejal electa del partido socialista en su ciudad. Pienso que debe pensar que el partido le premiará ese sectarismo patológico y delirante. Espero que desde el mismo partido la ayuden a no terminar cogiendo moscas. Hay muy buenos profesionales, compañeros y colegas que le puedo recomendar, para que la reconduzcan hacia al camino de la cordura.

Señora profesora, la ficción no lo admite todo. Con bastante más de dos mil artículos escritos le puedo decir que la ficción es lo que uno quiera que sea. Y no todo vale, claro. Castrar a todos los recién nacidos varones no se le ocurrió ni a los nazis ni a sus primos hermanos los comunistas. Entre ambos, decenas de millones de asesinados a sus espaldas, pero nada parecido a esta bestialidad, hija de su desvarío, digna de una consulta de psiquiatría. Puestos a eliminar varones para su arcadia feliz feminista le sugiero desarrollar en su libro la idea de matarlos a todos. Esto no sería nuevo. En ambientes bárbaros y en la misma Roma, un recién nacido no deseado era agarrado por los pies y le estrellaban la cabeza sobre una piedra o sobre la mesa más cercana. Así sin más. Es más eficaz y menos costoso que castrarlos. Ahora comprendo los comentarios de los padres de los alumnos en las redes sociales. Decir que están alarmados es decir muy poco. Lo suyo, señora, puede estar más tipificado en los libros de psiquiatría que en el Código Penal, que también. El juez dirá.

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