Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Fervor de converso

Tenemos el Gobierno más andalucista de la historia y Susana Díaz es la mayor propagandista del 'sanchismo'

Desde Pablo de Tarso, la conversión es un fenómeno que recorre la historia de la Iglesia. Estos días una de las hermandades con más solera de la Semana Santa de Sevilla ha organizado un ciclo sobre las conversiones del siglo XXI. El otro día trajeron a dar una charla a una enfermera de clínicas abortistas que tras una meditación en el Himalaya se ha convertido en una activa y entusiasta predicadora antiaborto. Porque una de las características que acompañan a la conversión es el fervor con el que se abraza la nueva causa. Que se lo pregunten si no a la enfermera en cuestión y también, de paso, a los corintios.

No sólo en el ámbito de lo divino se producen conversiones fervorosas. Ahí tienen, sin ir más lejos, a los nuevos mandatarios de la Junta, autoproclamados, en vísperas del 28 de febrero, el Gobierno más andalucista de la historia. Los hechos que corroboren esta rotundidad están todavía por demostrar, pero no cabe dudar de que el andalucismo del Gobierno de PP y Ciudadanos es firme y que Pedro Sánchez y sus acuerdos con los nacionalistas catalanes le darán más de una ocasión y más de dos en los próximos meses de hacer alarde de defensa de Andalucía. Muy atrás en la historia queda el hecho, este sí demostrable, de que el PP es el heredero directo de la Alianza Popular y la Unión de Centro Democrático que hace ahora 40 años se opusieron a la autonomía plena que abría el artículo 151 de la Constitución y optaron por la muy rebajada del 143. Pero el tiempo todo lo cura y remover el pasado nunca ha conducido a nada bueno.

Pero sin duda la conversión más espectacular y milagrosa de todas las que se han producido en Andalucía ha sido la de Susana Díaz a la fe de Pedro Sánchez. Y no crean que ha sido una conversión tibia y comedida. Qué va. Del "Pedro, tu problema no soy yo, tu problema eres tú" y de abominar de cualquier acuerdo al que se pudiera llegar su partido con fuerzas con Esquerra Republicana o Bildu a convertirse en propagandista de las excelencias del Gobierno de coalición que encabeza su secretario general. Atrás queda, por tanto, cualquier atisbo de enfrentamiento -insistimos: el tiempo todo lo cura se cuente por meses o por décadas- y ahora reina una perfecta armonía entre la dirección del PSOE y su federación más importante que hasta hace poco era la que le daba mayores dolores de cabeza. ¿Las razones de este súbito abrazo a la fe sanchista? No sean ustedes malpensados.

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