Alas de mariposa

¡Feliz día de san Onésimo!

Eres la venda que se cae y la resaca de tu compañero de santoral, Valentín, que no sé si produce más dolor que placer

Nadie te conoce, Onésimo y, sin embargo, me caes muy bien. Ayer fue San Valentín, invento de la iglesia católica en pleno imperio romano, -esto sí lo hicieron bien-, allá por el siglo V, en contraposición a las paganas fiestas lupercales, en las que se desollaban perros y cabras y se fabricaban látigos para azotar a las mujeres y así potenciar su fertilidad. La bestialidad contra las mujeres y contra los animales, por desgracia, viene de lejos.

Pero hoy, Onésimo, eres la venda que se cae y la resaca de tu compañero de santoral, Valentín, que no sé si produce más dolor que placer.

Ayer, María y Paco, celebraron su cena especial porque tocaba, sin cruzar palabra, sin mirarse a los ojos. Lorena esperó durante todo el día el ramo de flores de su amante, que nunca llegó. Pablo gastó todos sus ahorros en el móvil que quería Cris y ella se pasó la tarde haciéndose selfies e ignorando a Pablo. Piluca ha quedado hoy, a las 11h, a tomar café con sus amigas y mostarles el anillo con pedrusco regalo de su Alberto. Lola sonríe pensando en las rosas que le mandó a ella. Anita mira el anillo y se enfada por dentro, por el agravio comparativo del anillo y de su ramo. A Lorena se le empañan los ojos. Jorge le dio paté a su gato. Chus se pasó la tarde abrazada a un cojín, llorando por ese amor que tuvo y que un día se fue sin dar explicación. Antonio acaricia la foto de su esposa, que es lo que le queda. Ángela se ha despertado en su cama con un desconocido que le está babeando las sábanas. Tiene ganas de huir, pero recuerda que está en su casa. Nacho imaginó un día especial y quiso presentar el novio a sus padres, que les insultaron y les echaron de sus vidas. Guille dibujó un corazón y se lo regaló a su maestra. Cuando anocheció, lo colocó frente a ella, en la mesa, descorchó una botella de vino y brindó por las mujeres invisibles. Invisible se sintió Mar cuando decidió poner fin a una vida de soledad.

Fran recogió margaritas de la linde y se las llevó a Carmen, que le había tejido a escondidas una bufanda con mucho amor. Juntos prepararon una ensalada especial con langostinos del mercadona y una pizza. Cocinaron y jugaron a besarse, a hacerse cosquillas, como de costumbre. Él sacó el mantel de los días de fiesta y ella colocó las flores en una botellita. Y cenaron felices, porque ellos son más de San Onésimo que de San Valentín. Son más del santoral completo. Como yo.

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