Falsedades al por mayor

Sería curioso hacer tablas clasificatorias, de más a menos, con las mentiras que nos han dicho estos días

La mentira tiene los pies cortos. Eso dice el refrán, pero mejor no ser ingenuos. Una afirmación así parece más bien que lo que pretende es hacernos creer que no nos la pega nadie porque descubriremos su engaño o que las circunstancias, acontecimientos, inexactitudes o contradicciones del embustero harán que salga a la luz la verdad. Entre otras cosas, el dicho cumple una función de consuelo ante las falsedades. Pues bien, ahora que aún estamos en la fase de campaña electoral tenemos que blindarnos convirtiéndonos en unos escépticos redomados. Como es habitual, todos los líderes nos han mentido en algún momento y han tergiversado datos, noticias o declaraciones. Ninguno se escapa, por lo que sería curioso hacer tablas clasificatorias ordenadas desde las mentiras más gordas a las menos, en general. Si bien, asimismo, podrían confeccionarse por grupos porque las hay graves, cómicas, torpes y tontas a más no poder. A esto hay que añadir el que determinadas poses también son simuladas, bien haciéndose los ofendidos, los moderados o los listos con soluciones simples para todo y ocultando el escaso o nulo conocimiento del tema del que se trate. Algunos medios de comunicación se han apresurado a mostrarnos listados de falsedades vertidas en los recientes debates televisivos, hasta con una escala, a modo de termómetro, para que pueda apreciarse gráficamente el grado de certeza o no. Si no fuera por lo serias que son unas elecciones, sería para reírse. El domingo votaremos a quien nos parezca, pero es evidente que los de más posibilidades de gobernar son Pedro, Pablo, Albert y Pablo bis, a quienes les ha crecido la nariz más de como la tenían en estas últimas semanas. Cuando uno de ellos sea investido presidente, ¿hemos de creer sus palabras como si nada, por el mero hecho de que ya es presidente y la campaña ha finalizado? Hay quienes aprenden a mentir porque éticamente no les preocupa, sobre todo, si tal acción les lleva a alcanzar sus objetivos; lo mismo, que están los que un día se pronuncian en un sentido y, al día siguiente, cambian de parecer sin que existan razones suficientemente justificadas, con excepción de su beneficio personal. Todas estas cuestiones ayudan a comprender por qué en estos comicios hay tantos indecisos y por qué habrá mucho voto en contra -esto es, no por convencimiento ideológico o programático, sino para impedir que otro gane-. Si valoramos la democracia, hemos de ser más exigentes con las manifestaciones de quienes ejercen de políticos.

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