Falsas previsiones

¿Pueden ser progresistas unos Prespuestos Generales que se fundan en previsiones disparatadas? Se ve que sí

El Barça debe casi 500 millones de euros y apenas tiene dinero para pagar las nóminas de los jugadores. Y este mes de enero, los jugadores no van a cobrar su salario. Hace tres años, el Barça pagó auténticas salvajadas -147 millones de euros- por el fichaje de Dembelé, ese extraño jugador que parece aquejado de somnolencia en muchos partidos (si es que no está lesionado). Pero llegó el Covid-19, y ahora el Barça es un club endeudado hasta las trancas que no tiene dinero ni para pagar las nóminas de sus jugadores (y no hablemos ya de sus deudas con Hacienda y con la Seguridad Social).

Nuestro Estado -o lo poco que queda de él- está más o menos en la misma situación que el Barça. Nuestra deuda pública alcanza la asombrosa cantidad de 1.308.400 millones de euros (1,3 billones de euros, ni más ni menos), lo que supone el 114% del PIB. Si lo medimos en términos individuales, cada uno de nosotros debe 27.278 euros, y la cifra no deja de aumentar cada día que pasa. Desde que se inició la pandemia, los ingresos del Estado se han reducido de forma alarmante -igual que los ingresos del fútbol-, y las perspectivas no son nada halagüeñas porque se han disparado los gastos sociales en forma de ayudas a parados y los ERTE financiados con dinero público. De hecho, ahora mismo vivimos del aire gracias a los 140.000 millones de euros que nos ha prometido la Unión Europea (pero que aún no han llegado).

Pues bien, nuestros Presupuestos Generales del Estado, que se han aprobado esta semana con gran satisfacción por parte de la izquierda, ignoran por completo esta pavorosa realidad y plantean unos gastos que se fundan en unas previsiones totalmente falsas. No sólo se pretende aumentar el sueldo a los pensionistas y a los empleados públicos -ya de por sí muy protegidos-, sino que se amplía el capítulo de gastos en ministerios que ahora mismo no tienen ninguna utilidad. Es como si el Barça anunciase a bombo y platillo el fichaje de Neymar. Y lo asombroso es que hay millones de personas aplaudiendo con las orejas porque consideran que estos presupuestos son muy progresistas. ¿Pueden ser progresistas unos presupuestos fundados en previsiones disparatadas? Se ve que sí. Enhorabuena, pues, a los ilusos y a los crédulos, porque de ellos será el reino de los cielos. Y el hambre y el crujir de dientes, cuando llegue la ruina dentro de poco.

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