Cuando cualquier mandatario, especialmente los más prepotentes y pretenciosos, falsarios en general e impostores, tentados ardorosamente por un cesarismo narcisista y autocrático, pretende por todos los medios mantenerse en el poder, no sólo trata de apoderarse de todos los resortes de ese dominio sino que despliega todos los mecanismos que su autoridad le confiere para captar recursos a su favor. Débiles deben ser las expectativas del presidente del gobierno, Pedro Sánchez - a la luz de los últimos estudios demoscópicos no muy favorables - cuando uno de sus dóciles edecanes, el inefable José Félix Tezanos, director del CIS, institución estatal supuestamente autónoma e independiente, sigue mostrando en sus mediciones demoscópicas un insistente apoyo al jefe del ejecutivo. Y no me refiero a la última encuesta en la que por la mínima los socialistas superan a los populares, aparte de otras apreciaciones igualmente discutibles, sino a la que se sacó de la manga - una especie de "encuesta flash" - en su empeño de que Sánchez había ganado a Núñez Feijóo, en el llamado "debate energético" celebrado en el Senado. El resultado asegura que Sánchez ganó a Núñez Feijóo según el 29 por ciento de los encuestado contra el 24 por ciento que fue el segundo, si bien un 26,1 por ciento creía que ninguno de los líderes superó a su rival y lo más sorprendente, la inmensa mayoría de los encuestados - un 78,8 por ciento - no siguió el debate que tuvo una audiencia absolutamente decepcionante.

Pero si el voto, según todas las encuestas a excepción de las cocinadas por el servil Tezanos, le es desfavorable, tanto más desalentador debe resultarle el bajo número de telespectadores que le siguieron por televisión, es decir lo poco que les importa lo que pueda decir el presidente a pesar de la difícil coyuntura por la que está atravesando el país, en cuanto se teme que no va a dar respuestas convincentes a los problemas que tiene planteados, como ha venido ocurriendo hasta ahora. Buena muestra es la entrevista-masaje en TVE (el pasado martes 13, mal día) que sólo siguieron 787.000 espectadores con una cuota de pantalla del 5,9 por ciento-.

Si además la llamada operación la gente, con tan desafortunado debut en La Moncloa con unas entrevistas (¿) pactadas y elaboradas, que nadie creyó, ha venido fracasando en sus salidas a la calle donde el rechazo de muchos ciudadanos ha sido evidente y clamoroso, lo que ha llevado a Ferraz a plantearse la oportunidad de estas incursiones callejeras, todo viene a sublimar las bajas expectativas que el presidente tiene sobre su futuro. Únanse a ello esos fantasmas conspirativos que para el presidente suponen las empresas, que apoyan a la oposición, y los medios informativos, cuando él dispone de tantos, muestra inequívoca de la inestabilidad de su mandato, Comprometido además con un indulto en el que no debe adulterar los principios éticos de su partido y los de la justicia, que, según él, es igual para todos.

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