Para los andaluces con una mínima conciencia de ciudadanía, introducir su voto en la urna es el gesto más democrático soñado por una Comunidad que ha sido tan ninguneada, tan engañada y tan utilizada para fines espurios por el anterior régimen. Se trata de un logro social y personal. Evidentemente, y dado que habría que informar mínimamente para poder pedir el voto, durante las semanas anteriores a este día señalado, hemos sido testigos de las estrategias urdidas por los diferentes partidos para convencernos de la bondades del suyo (aunque el ciudadano de a pie no esté muy seguro de que su vida cambie mucho a partir de mañana). De modo que después de semanas de acaparar los titulares de todos los medios informativos, casi hasta la saciedad, y de convocar oportunas huelgas, el 2 de diciembre llegó por fin.

Durante estos días, he sido capaz de escuchar a cada uno de los candidatos contar lo que no hace el otro y pasar de puntillas por su programa. Sufrí como algunos, intentando innovar, hayan apelado a un discurso con un dudoso margen de credibilidad y un alto índice de sospechas…. Además he prestado atención a los forzados abrazos repartidos en lugares jamás pisados y que jamás volverán a pisar. He soportado opiniones contradictorias y absurdas, he logrado superar las malas representaciones teatrales de algunos candidatos, he sobrellevado los mítines espontáneos de aficionados en el mercado… Sin embargo, lo que no he conseguido superar son las escenificaciones a las que nos han sometido esos grupos homínidas que, si bien es verdad que existen desde tiempos inmemoriales sin creer en la democracia, la utilizan para desplegar todo su arsenal de palabrería, teatro y mala fe. Son los exaltados.

Los exaltados, de derechas o izquierdas, constituyen una caterva que, incapaces de opinar sobre nada, osan discutir sobre teorías políticas. Son inhábiles para efectuar un análisis serio, pero se atreven a juzgar. Dado que no reflexionan, hacen suyas las palabras del último que hayan escuchado en la televisión. Los exaltados, como carecen de ideología, se la inventan y publican en las redes sociales lo que otros dicen y a ellos les "mola". Apenas hablan si no es elevando la voz y utilizan frases memorizadas, archirrepetidas y manidas. Exponen, no argumentan. Decretan, no refutan.

Si deseaba que llegase este día es ante la esperanza de que los "españolísimos" y los antiespañoles se tomen algún sedante, se relajen un poquito y nos dejen en paz por un tiempo.

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