Pocas cosas hay más demostrativas en la Historia Universal que el hecho de saber que una "cultura nunca fue invadida por otra si antes no se había destruido a sí misma". Ciertamente, esa aseveración tiene un fundamento a mi juicio, tal cual es la aparición del relativismo, la endogamia y la prepotencia instaladas en sus clases dirigentes que terminan trascendiendo y viciando al entorno y repercutiendo en una sociedad acomodaticia, mediocre y rendida ala servidumbre de los supuestamente poderosos, con lo que al final el desastre afecta a todos y por ende, a esa "cultura" que en pleno siglo XXI podríamos entenderla como el Estado y por elevación, la Nación al completo.

Nación, su derivada, nacionalidad, vaya dos términos casi de uso cotidiano y que hay dudas razonables sobre la capacidad definitoria de las mismas por parte de muchos de nuestros dirigentes. Pero bueno, ese es otro tema.

Lo cierto es, ya que he aludido al relativismo y creo no hemos instalado en una dinámica de desmesura lingüística sin sustento argumental más allá de la demagogia, la media verdad, la mercadotecnia electoral permanente, la descalificación personal del adversario… y el aprovechamiento de la coyunturalidad para ocultar la falta de previsión y blanquear los errores cometidos y así presentarlos como éxitos propios en el momento de actualidad.

Aún es más lamentable que gran parte de ello se ejerza donde debería ser casi un "templo de la palabra" - ironías, que no insultos, incluidas - y máxime, si es el propio Gobierno quien lo ejerce en su claro tacticismo de no responder a las preguntas, en las Sesiones de Control, y convertirse en Oposición de la Oposición. Pero no queda ahí la cosa, sino que persiste por la incoherencia de actuaciones que ponen en evidencia lo insustancial de algunas actitudes. Como ejemplo, la señora Calviño - sí, la que nos vendieron como fenómeno europeísta y resulta que la rechazaron, en su día - que en un alarde de feminismo y sin aviso protocolario previo, que se sepa, se "escapa" de una foto solo con hombres, pero no se ha recatado en posar a solas con el Emir de Catar y el Presidente Sánchez. Más le valdría no erras más en sus cálculos económicos y hacer caso, antes de descalificarlos, de los expertos y organizaciones correspondientes que le venían avisando sobre lo erráticas de sus decisiones. Del despreciativo término las Fuerzas de Seguridad, de "piolín" utilizado por quien fue coparticipe de la decisión de enviarlos a Cataluña y, hoy, garantes de su propia seguridad, no cabe más comentario que el de "miserable" y , ello, explica la burda estrategia de encubrir problemas de calado real y soluciones exigentes y suscitar debates, otra vez de fomento de la cultura de la muerte y el descarte, para contentar a unos socios temerosos de perder alza prebendas del Poder y que le consentirán todos sus desmanes. Es la evidencia de la decadente personalidad nacional.

P.D.- D.E.P. Miguel Báez Espuny, Litri.

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