La otra orilla

JAVIER RODRÍGUEZ

Esperanza en el parque

Voy a intentar poner el foco en la Esperanza. Lo necesitamos. Frente a un mundo del que desaparece una especie a cada hora, con más de cuarenta guerras abiertas, cerca de 800 millones de personas pasando hambre, en el que una de cada tres mujeres ha sufrido en su vida violencia machista, en el que la huida de la guerra y la miseria se da de bruces contra el cierre de las fronteras de países que dicen no poder acoger al refugiado mientras tiran toneladas de comida, despilfarran millones en el fútbol u otras ramas del show business y mantienen cerradas miles de viviendas.

Y la Esperanza no podemos buscarla en los causantes del desastre: los que negocian el colapso del planeta, acaparan tierras y alimentos, justifican y alientan el machismo, trafican armas o nos pretenden distraer con circos varios no van buscar soluciones para problemas que no les afectan.

Frente a ese panorama y frente a unos enemigos de la Esperanza tan poderosos cuesta creer que esta pueda abrirse paso y tal vez ese sea el primer paso: convencernos de que es posible, difícilmente alguien hace algo que considera inalcanzable para sus posibilidades. Eso nos vale en el terreno personal, pero también en el terreno colectivo. Y ahí hay una dura batalla porque la ideología de lo inevitable nos lleva una gran ventaja: nos tienen convencidos de que la guerra, la destrucción del planeta, el hambre… son inevitables, como fenómenos meteorológicos cuyos mecanismos escapan a nuestro control, aunque, si todos ellos están provocados por la mano humana, es fácil pensar que esa propia mano humana podría evitarlos.

Habrá que repetirlo cuantas veces sea necesario: se pueden evitar.

A partir de ahí bastaría con mirar a nuestro alrededor, sin irse muy lejos, y ver que es posible reproducir ejemplos de convivencia, de igualdad, de respeto al Medio Ambiente, de no violencia…

Hagan el ejercicio.

Yo me quedo con uno que puede parecer pequeñito: la convivencia que se celebró el pasado viernes en el Parque Antonio Machado en el que los colectivos y asociaciones de la Barriada del Higueral proponían que ocupáramos el parque compartiendo baile, comida, diversión… Es algo muy sencillo pero cargado de sentido: reivindicación de un espacio verde frente al hormigón y la destrucción del planeta, convivencia, frente a la violencia -sea la que sea- y la exclusión, compartir frente a las desigualdades que generan hambre y miseria.

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