Visiones desde el Sur

España no se rompe

El único pin que necesita nuestro país en estos momentos es un pin contra el fascismo

La ultraderecha española ha tomado como centro de su arenga el iterar de manera machacona que la izquierda y sus socios, encabezados por el presidente del Gobierno -un rufián más de una pandilla de rufianes, y el alias está escogido ad hoc- están dispuestos a romper España. Que un nuevo frente popular ha llegado para quedarse eternamente, con todas las armas listas para torpedear el castillo tras el cual están los tarros de las esencias que nos configuran como pueblo, y que ellos, y solo ellos, guardan en la memoria, en los genes y también en las gónadas -en las gónadas también- esa imagen de lo que es o debe ser España.

Porque, en la ultraderecha, los hombres son muy machos y la mujeres pasivas y supeditadas a lo que digan los oráculos celestiales o la autoridad imperante -gloriosa, por supuesto-. Al parecer, y los demás no lo sabemos, esta tribu de líderes trasnochados y retrógrados está emparentada con una suerte de guerreros medievales que nos dieron la supremacía ante otros pueblos -indignos todos, claro está- que no piensan como nosotros; o sea, para entendernos: todos los demás pueblos existentes en el mundo; esos que son unos descreídos y no rezan al dios verdadero ni veneran lo que para ellos es inmutable: la trinidad dios, patria y rey.

Pero, lo peor de todo, es que los dirigentes actuales de la derecha española, tan necesaria a mi entender -y aquí no hay sarcasmo alguno- para que haya un equilibrio necesario y una alternancia en el poder, se han dejado llevar por la alocución de estos presuntuosos inconscientes emparentados con lo más rancio y reaccionario de la ultraderecha europea y global. Si la derecha actual no se despega de ellos pronto -vamos, ya- y se distancia de sus argumentos y posicionamientos, se verá arrastrada en el devenir hacia el mar de la insignificancia, y hay muchos ejemplos en países europeos y del resto del globo, como para no darse cuenta de lo que se juegan en esta partida de ajedrez. Porque el único pin que necesita nuestro país en estos momentos es un pin contra el fascismo. Y voy a poner dos ejemplos, aunque duelan. En diez días de gobierno -ese que iba a romper España- se ha firmado un acuerdo con la patronal para la subida del salario mínimo y se ha concurrido al Foro de Davos sin que nadie se haya escandalizado: ni los empresarios firmantes en un caso ni las élites económicas del mundo en otro. Por tanto, vayan tomando notas que les serán necesarias.

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