Antonio Carrasco

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Escribirte en pasado

Quiero recordarte feliz y sonriente. Con tu vitalidad y energía. No me perdonarías hacerlo de otra manera

Aquel ratito en la Casa del Guarda hace una semana fue nuestro último momento juntos. Las bromas de vuelta a casa por la cuesta de la calle Isla Saltés, tu mirada pícara mientras te colocaba una cinta del Recre en la silla (porque aunque dijeras que eras de Osasuna no me podías negar que el azul y blanco te hacía tilín), la preocupación por el embarazo de Ángeles y la complicidad de Paquita, siempre fuerte a tu lado con una entereza que todavía sobrecoge… Lo disfrutamos sin saber que ya no te cogería más fresas en Bonares, que los dos sabíamos que era la excusa para ir a verte. En las últimas horas reproduje una y mil veces ese ratito de vida, queriendo grabar hasta el más mínimo detalle de la despedida que no tuvimos. Quiero recordarte feliz y sonreír. No me perdonarías hacerlo de otra manera.

"Ana nos ha dejado". Una llamada de Óscar poco antes de las 22:00 del viernes nos heló el corazón. Con un nudo en la garganta escribí las líneas más difíciles de mi vida. La noticia más dura. Horas después quise hacerlo en redes sociales, pero las palabras se negaron a salir. Solo me atreví a darte las gracias por tantos momentos compartidos, por haberme permitido formar parte de tu vida. Todavía hoy soy incapaz de hilvanar ideas, unir recuerdos y momentos. Duele tanto escribirte en pasado.

Ana Vives Casas (a ella le gustaba que se le pusiera siempre el segundo apellido porque "además de padre tengo madre", bromeaba) se nos fue y con ella todos los que hemos compartido momentos, confidencias y tantas horas de aprendizaje quedamos huérfanos de su vitalidad, compromiso y energía. A su lado nunca existió la palabra derrota. Huelva llora desde el viernes la pérdida de una periodista que deja una profunda huella en todos los que tuvieron la fortuna de cruzarse en su camino profesional y el legado personal de una onubense de Pamplona, pero nosotros, los que la disfrutamos en el día a día, penamos por el adiós de una amiga, una parte esencial de la pequeña-gran familia que formamos este periódico. Un ejemplo para todos.

El sábado lloré con Paquita lamentando que te ibas a ir sin conocer a mi niño, a tu chico, como te gustaba llamarlo. Me equivoqué. Diego conocerá a su tita Ana, te lo prometo.

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