El pasado miércoles llamé por teléfono a un conocido restaurante de la Gran Vía de Huelva para reservar una mesa para este fin de semana. La persona que me atendió me dijo con tono de "valiente cateta" que debería haberla pedido hace una semana (¿Cómo? Ni que estuviésemos compitiendo entre Estrellas Michelín). Debe admitirse que el ambiente actual en nuestra ciudad, y especialmente los fines de semana, condensa el buen humor y la alegría entre el personal que deriva de los malos tiempos anteriores pasados, con los bares con restricciones e incluso cerrados y que debemos recordar, de vez en cuando, para poder tomar medidas y evitar aquellos pretéritos encierros.

Es cierto que los hosteleros aguantaron la peor de las épocas y puede ser esa la razón de que nos resulte innegable que nos salvaron la vida. Qué risas cuando, recluidos en casa y sin posibilidad de salir a la calle, organizábamos las periódicas reuniones virtuales de los domingos y con la cervecita en mano, compartíamos y celebrábamos la vida acompañados de nuestros familiares y amigos.

¿Será esa la razón por la que los hosteleros, conociendo la sensibilidad y el agradecimiento de sus clientes, piden más y más ayudas? ¿Será ése el argumento para que exijan más y más ERTE, cuando hay sólidas razones para que el comercio o la industria también lo soliciten? Sorprendentemente, mientras los hosteleros continúan lamentándose y exigiendo nuevas prórrogas, los datos publicados aseguran que son casi 300.000 trabajadores los del ramo que se han incorporado al trabajo este verano. Yolanda Díaz, por su parte, anda negociando con unos y otros para una sexta concesión de ERTE y prepara, desde su Ministerio, un sistema de sustitución para los mismos, original y novedoso: el Mecanismo de Sostenibilidad del Empleo.

No obstante, a pesar de que el progreso sigue en una curva ascendente, el Secretario General de Hostelería de España insiste en que hay que seguir reforzando los negocios hosteleros mediante la eliminación de las condiciones de seguridad establecidas (servicio en barra, distancia de seguridad…). Ciertamente, está claro que los hosteleros sin ser los únicos perjudicados, se sienten los más castigados por la pandemia. Dada las versiones de unos y de otros, va a ser que la culpa de todo la tenga esa insustituible cervecita de mediodía que abre el apetito y el humor a medida que ingerimos la cebada y el lúpulo consiguiendo que, por un rato, nos olvidemos de la pandemia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios