La afición tiene su espejo donde identificarse: su Decano del alma, su presencia es constante, su mente siempre está ocupada. La pujanza del recreativismo para potenciar la autoestima del equipo. La plantilla ha logrado mantenerse de manera sorprendente unida desde el arranque de la temporada, a pesar de las turbulencias en torno a su entrenador, Abel Gómez, y de momento sobrevivir dos temporadas bajo la espada de Damocles en las catacumbas del fútbol mal llamado aficionado.
La idea de formar un bloque, entre alternativas poco convincentes de la forma de jugar, ha persistido por encima del único debate previo: siempre estuvo en si se quedaba o sobraba el técnico, pero su resistencia se basa en la conquista de puntos. Lo mejor es que el Decano mantiene sus constantes vitales con la tendencia de regularidad de su criticado estilo en el campo midiendo sus límites y con la racha de 12 partidos sin perder en la pugna de la amenaza persistente de un peligro.
Y que el ritmo no pare cuando se divisa a tres pasos, que es la fianza más estimada hacia consumir el reto del ascenso en el plebiscito de cada envite que comprobará la contundencia de los resultados en esta recta final que aúpa el consenso de la afición. No hay que confundir la ilusión con la euforia. Ya en algunos mentideros se palpa ambiente entusiasta de que “esto está chupao”. La eliminatoria está muy abierta.
El aspirante desafía al favorito. La Segoviana lucha por alcanzar un hito histórico con máster: su techo como entidad. El Decano tiene el deber y la obligación de no deformar todavía más su vasta historia. Alerta de realidad: tirar de orgullo, sentimiento y propósito. La acción y efecto del recreativismo necesitan de máxima concentración y efectividad sobre el campo. Dos temporadas con vivencias muy duras y estamos todos ansiosos por salir cuanto antes de este estado de agitación, inquietud y zozobra. Pero, queda todo por definir.
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