Epidemia mediática

La inflación de noticias produce a unos insensibilización por hartazgo y a otros les alimenta obsesiones

Es comprensible la preocupación por la salud que tenemos casi todos, consecuencia del muy natural instinto de conservación. Pero este impulso desborda con frecuencia los límites lógicos para incidir en el campo de las emociones incontroladas. En el plano colectivo, las preocupaciones viscerales pueden transformarse en caldo de cultivo para una hipocondría generalizada con riesgo de desembocar en histeria global. En esta era de la información, con todas sus ventajas, no deja de ser enojosa la permanente inflación de noticias sobre ciertos asuntos, con el resultado de que produzcan a unos insensibilización por hartazgo y que a otros les sirvan para alimentar obsesiones. En las últimas semanas, y temo que durante bastante tiempo aún, nos han puesto de moda al coronavirus. Por cierto, otro miembro de la misma ilustre subfamilia, los Orthocoronavirinae, estuvo de visita por Oriente Medio entre 2012 y 2015, dejando medio millar de víctimas mortales, sin conseguir la fama del de ahora.

Nada que ver con los cientos de millones de personas fallecidas por enfermedades antes letales como la viruela, el sarampión, la peste negra que asoló nuestro continente en el siglo XIV o, más recientemente, la mal llamada gripe española (que, por cierto, llegó a Europa durante la I Guerra Mundial, traída por los soldados estadounidenses) y el VIH. Ya en este siglo la pandemia de gripe A provocó casi veinte mil muertos. Marc Gentilini, infectólogo y expresidente de la Cruz Roja en Francia la denominó "pandemia de la indecencia".

No niego la gravedad del coronavirus. Pero, como a Gentilini, me indigna que sea aprovechado por algunos con el fin único de obtener lucro o por otros para sembrar en las redes insidias que afectan a las comunidades chinas que viven entre nosotros. Mi lectura personal en el caso de esta epidemia es que podemos tener confianza en las medidas aconsejadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la Sanidad española. Más nos valdría preocuparnos por nuestra gripe habitual, que cada año se cobra un millar de víctimas mortales, la mayoría por descuidar la sencilla precaución de vacunarse. En cuanto a la actuación del gobierno chino, francamente, yo no dudaría de la capacidad de un gobierno que ha construido y dotado en Wuhan ¡en diez días! un hospital para mil camas. Lo que no cuentan los medios es si, con sus 1.400 médicos, tiene listas de espera.

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