Al tal Íñigo, pensador ilustrado del movimiento anticastista Podemos, le ha salido un grano en el culete, o dicho de otro modo burlesco y populista, lo han cogido en pelotas picadas y coleando por esa banda de estribor que es la del cazo, siempre purificador, donde está prohibido meter la mano bajo pena de treinta latigazos para toda la plana mayor de los puros y celestiales inquisidores de la Transición.

A este chico, su amigo y compañero político en la cúpula lo adoptó como hijo amadísimo asignándole por lo bajini una tarea docente en su Departamento mediante un caramelo de 1.825 euros mensuales con la obligatoriedad "de hacerse visible" durante 40 horas semanales, que además eran incompatibles con cualquier otra actividad remunerada. Hasta aquí, exceptuando el enchufismo del cátedro malagueño y número 2 del partido a su amigacho, se aprecia sólo cierta parcialidad correctiva, pero los hechos son concienzudos y llegan a situar al sujeto ante el ruedo ibérico donde don Íñigo muestra su desnudez humana al haber incumplido no sólo su relación contractual con la Universidad de Málaga-Junta de Andalucía sino que aprovechando que el Támesis pasa por Londres cobra como asesor de "Podemos Ya Veremos" la cantidad de 8.000 talegos de vellón, lo que para un propagandista de la hostilidad pecuniaria es un baldón de los que hacen pupita en la testuz y demuestra, una vez más, lo que se nos enseña en esa antología de dichos y refranes: que una cosa es predicar y otra dar trigo.

Los nuevos savaores de la patria y salvaguardas de la moralidad nacional siempre aparecen en momentos de extrabismo político y deflación económica lanzando consignas radicales y pulcritud angelical lo que suele producir un choque en cadena y un desconcierto generaliza, o por la acusada tasa de desempleo, corrupción, el fraude y la ceguera de unos gobernantes todos, ante el clamor de una ciudadanía exhausta en la crisis.

Así que mi buen Íñigo, la ejemplaridad y transparencia que justamente denunciáis ha de encarnarse en la actitud de quienes defendéis tales principios y a ti, precisamente, áulico asesor de la pachanga boliviarana, se te ha visto el plumero recién salido del cascarón y no podéis jugar, como titiriteros, a ocultar lo ocurrido con memeces tal cual: ante los que nos odian, sonreíd. Argumentario falso, pretencioso y demagógico. Por ahí no se va al cielo.

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