Por montera

Mariló Montero

Encontrar la memoria

HENRY Molaison no tenía memoria, la perdió mientras un prestigioso cirujano le intervenía su cerebro al objeto de acabar con sus tortuosos ataques epilépticos. A los dieciséis años Molaison padecía fuertes convulsiones, que se volvieron insoportables tras caer al suelo al ser atropellado por un ciclista. Para acabar con ellos tomó la determinación de ponerse en manos del neurocirujano William Beecher Scoville, del Hospital Hartford, para que le sanara, pero con el riesgo de padecer algún efecto secundario. El resultado: nunca volvió a padecer un ataque epiléptico, pero jamás pudo retener nada en la memoria más de quince minutos. Henry recordaba todo lo vivido antes del accidente. Después de la intervención, cada quince minutos empezaba a vivir desde el principio. Daba igual donde viviera o con quién. Henry no recordaba dónde estaba la puerta de la casa o de la cocina. Podía ver la misma película toda su vida o leer el mismo libro siempre por primera vez. Mantenerse enamorado de una mujer como el primer minuto.

La vida de Molaison duraba quince minutos, el tiempo de conocer el sitio en el que estaba rodeado de quienes con él estaban. Después volvía a negro y a vivir sus quince minutos de gloria. Es inimaginable saber cómo se puede vivir así, como tampoco se puede entender la fortaleza mental que permitió no desatar la locura en el hombre belga que se mantuvo consciente durante veinte tres años en coma sin que nadie se percatara de que lo escuchaba todo. ¡Cuántas cosas hay que descubrir del ser humano! Recuerdo haber visto en un documental la historia de otro hombre cuya memoria sólo le duraba siete segundos. Estaba casado y su mujer terminó exasperada por tener que presentarse a su marido cada siete segundos. En cuanto su esposo empezaba a reconocerla, su memoria se apagaba y volvía a comenzar:

-¿Quién eres?

-Soy tu mujer, estás casado conmigo desde hace veinte años y tenemos tres hijos. Tu memoria dura siete segundos.

Y ya. Vuelta a empezar. En este caso la familia decidió internar al hombre sin memoria por la salud mental de su mujer y de sus hijos.

Molaison falleció el año pasado de un problema pulmonar a los 82 años. Durante este tiempo su cerebro estaba conservado a cuarenta grados bajo cero y esta semana los científicos han iniciado su disección en dos mil quinientas partes en el Observatorio Cerebral de la Universidad de San Diego (California, EEUU). No tardaremos en conocer la vida de Molaison en una película que podría estar basada en la historia que de él escribió la doctora Suzanne Corkin. Molaison no tenía memoria, pero recordó dejarnos su cerebro para buscar la nuestra.

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