Dicen los expertos en análisis económicos que la provincia de Huelva tiene cierto "empuje". No es para echar campanas al vuelo, pero este final de año puede traer un soplo de aire gracias, sobre todo, al turismo. Un sector que aporta casi el 17% del Producto Interior Bruto de la provincia y emplea a cerca de 17.000 personas. Vendría muy bien cuidarlo, sobre todo porque si se elige el camino adecuado, podría ser determinante en la recuperación del empleo que se destruyó con la crisis. Sí, Huelva es la única provincia que aún no lo ha hecho, según los analistas del BBVA, y ahí necesitamos mayor empuje.

Precisamente ahí está una de las claves del éxito, en el empleo, en la mano de obra, pero no a cualquier precio, sino de calidad. No podemos hablar de desarrollo, de un destino de primer nivel o de una provincia de vanguardia si no cuidamos la base, el personal.

Huelva como destino tiene empuje. De eso no hay duda. Este fin de semana han paseado por las calles de la capital y por numerosos rincones de la provincia cientos de visitantes que han llegado para disfrutar de unos días de descanso en un lugar amable, con una gastronomía que nada tiene que envidiar a las que se conocen mundialmente.

Pero hace falta más. Seguimos quedándonos ahí, en la potencialidad, y al margen de la falta de infraestructuras (de eso hablamos otro día) a veces se echa de menos la profesionalidad, que viene por la falta de formación. La profesión se aprende. El respeto y buen trato a los clientes es fundamental y aún más si se trabaja de cara al público, pero la preparación, como en cualquier otro puesto de trabajo, es esencial; yo diría más: es la receta del éxito. Y ejemplos tenemos en la provincia.

El turismo ha sido una de las actividades más dinámicas en la creación de empleo durante los últimos años. Pero en algunos segmentos, especialmente en hostelería y restauración, han sido las propias empresas las que han demandado profesionales con un mayor adiestramiento. Es cierto que la posibilidad de desarrollar tareas con baja cualificación produce un efecto llamada para personas sin formación específica, lo que lleva a infravalorar algunos puestos y a dar esa imagen de un sector poco profesionalizado, además de suponer una barrera para las mejoras de competitividad e innovación que persigue el sector. Igual de cierto es que la estacionalidad y el tamaño (muy pequeño) de las empresas dificultan la dedicación que necesita, pero o hacemos un esfuerzo por ofrecer un servicio de calidad o perderemos ese empuje que todo el mundo nos reconoce.

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