Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Elogio de la miopía

Los niños con dioptrías se han multiplicado por dos. Los cortos de vista se adueñan del planeta: se veía venir

Esta semana ha circulado una estadística que me ha tocado la fibra, y por lo mismo me ha resultado muy familiar: la fibra ocular, sensible donde las haya; que no es el mejor tejido de una familia sobradamente heredada de dioptrías. Los datos son concluyentes: la miopía crece a tasas geométricas, y crece por donde es normal que crezca, entre los jóvenes. En China, casi todos (8 de cada 10) los nuevos universitarios son cortos de vista. En Australia, de cuatro millones en la actualidad, se llegará a 22 en 2050. En España, donde eran tres de cada 10, ahora son seis los muchachos que, sin gafas, ponen cara de estreñidos para atisbar lo que está retirado. Ya son, somos, mayoría. Han dejado por tanto de soportar en el recreo aquel "gafitas, cuatro ojos, capitán de los piojos" con soniquete de mofa. Una pandemia. Y una gloria para oculistas, franquicias de monturas y lentes y oftalmólogos, sobre todo para los que reparan córneas.

¿Los motivos? Un oftalmólogo amigo es tajante: es algo genético, y eso no cambia de la noche a la mañana. Apeló a Mendel y Darwin, y di gracias al cielo por vivir ahora: dijo que en la Edad Media los miopes eran inútiles para la vida diaria -ese león que se come el primero al cegato en la selva, ya saben-, con lo que no se reproducían porque no podían sostener a una familia, y acababan por ser muy contados. Como hoy nos ponen gafas de pasta y titanio, de marca y todo, desde chiquititos, o nos operan y ojos nuevos… nos vamos adueñando del ecosistema. Y algunos se hacen, por aquello de haber sido desplazados sociales condenados a ser empollones, notarios, presidentes de empresas gordas y catedráticos (Bill Gates: "Sé amable con los empollones. Es probable que acabes trabajando para uno de ellos"). Ya grandes deportistas salen de la ducha con sus quevedos graduados. Sin dioptrías y gafas, un hípster es raro en su rareza. Guti y Cristiano se las ponen de pega. Qué lejos queda el ominoso "gafitas cuatro ojos capitán de los piojos" de aquellos recreos.

Pero este especialista hacha del láser omite algo que parece evidente a otros pares suyos: no todo es genético, hay mucho de adquirido en este asunto. El incremento de horas de estudio, la consecuente merma de la actividad al aire libre de los niños y, claro, el abuso de pantallas digitales con sus temibles lux van miopizando a las nuevas generaciones. El asunto tiene un peluseo: no es que dichos abuso y merma modifiquen los genes: es una miopía patológica. En cien años, todos cortos de vista. Se veía venir.

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