Elecciones y mercadotecnia

Los electores han sido reconvertidos para ser considerados solo como meros consumidores

En todas las elecciones, durante sus campañas oficiales y en los periodos precedentes, los partidos se vuelcan en lanzar mensajes que acaparen la atención. Por tanto, en esto no hay nada diferente en esta ocasión. Sin embargo, el contenido de los mismos se han ido modificando con los tiempos. Hay que reconocer que en las que se celebraron tras la dictadura eran más sesudos. Había interés por mostrar las distintas ideologías y las medidas que se derivarían de ellas en la toma de decisiones y en la resolución de los problemas habidos o que se presumían podrían darse. Pero con el transcurso de los años todo se ha ido simplificando y sometiendo a las reglas de la mercadotecnia. En definitiva, lo único que se persigue es aumentar la demanda de los votantes a favor de una formación concreta, con lo cual los electores han sido reconvertidos para ser considerados solo como meros consumidores. Y ello ha traído como consecuencia que los líderes y candidatos echen mano de una extensa variedad de estrategias, en ocasiones poco o nada honrosas, para conseguir sus objetivos. Así, nos hemos acostumbrado a que se lancen entre ellos libelos, mentiras, acusaciones y demás; a la par de que nos proponen quimeras, sabiendo que son irrealizables. Y todo esto continúa pero con el añadido del espectáculo. Hoy lo que prima es la puesta en escena, el golpe de efecto y la imagen -que se manipula cuanto sea preciso-, para lograr cuotas en los medios de comunicación social y en las redes sociales. Al marco ideológico se le ha pegado una fuerte y sonora patada, lo mismo que a los programas de gobierno, porque estos, aunque se publiquen en su mayor parte, solo reflejan generalidades que hacen resbaladizos cualquier compromiso serio con el tema que se trate. Esto ayuda a entender la pasión desatada para poner celebridades en las listas electorales, aunque no tengan experiencia política y que saltan directamente, nada menos, al poder legislativo del Estado -ahí es -. Es evidente que esto tiene un beneficio colateral para los líderes supremos de los partidos, pues la inexperiencia de aquellas hará que sean más susceptibles de ser manejados a conveniencia, lo que no quita que las haya que les salgan ranas. A algunos les gusta decir que las elecciones son la fiesta de la democracia. De acuerdo, pero habrá que plantearse si la misma no está caminando demasiado hacia la frivolidad y la irresponsabilidad, sin que se aborden las cosas que verdaderamente importan.

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