Cambio de sentido

Efeméride

Lo mismo que proclamamos que los cambios son 'per se' mejoras, nos resistimos a ellos cuando llegan

De un tiempo a esta parte vivimos en un perpetuo "tal día hizo un año": que si el asalto descabellado al Capitolio, que si Filomena arrolladora, que si la primera vacunada del país, que si dos años del inicio de la legislatura, que si -de aquí a nada- dos también de la proclamación del estado de alarma… Es como una especie de nostalgia a corto plazo de todos los acaboses que hemos vivido tan apresurada y cansinamente, algunos a golpe de selfi, meme y estupor retuiteado. De forma inédita, los resúmenes de fin de año han continuado al principio de este. Quizá añore, quien en estos momentos rememora tanto prodigio, la intensidad, la adrenalina del acontecimiento. Si la historia vive un proceso de aceleración, en los últimos tiempos ha estado un pelín pasada de revoluciones.

Y es que no sé yo qué planeta reinaría el año pasado, que no desmereció en su impacto al anterior. También por los dentros de cada cual o, al menos por el alma de no pocas personas conocidas, con las que he podido compartir mi estupor. Unus mundus, lo llamaba Jung; lo que es por fuera es por dentro, y todas sus posibles viceversas. Así en la vida pequeña como en el gran acontecimiento: mutaciones, crisis, gratas sorpresas, derrotas liberadoras, posición y postura, traiciones, despedidas y cierres, bienvenidas y aperturas, desalojos, sombras, vacío, la alegría de lo inesperado, nuevas propuestas, luz, más luz. Pero lo mismo que, con una ligereza pasmosa, acostumbramos a predicar que los cambios son per se mejoras (de ahí que existan expresiones como "Gobierno del cambio"), con empecinamiento insoportable nos resistimos a los mismos cuando nos tocan de lleno. "No fuimos educados para el vértigo", escribió Juan Vicente Piqueras. Sin embargo, nos encanta asistir a él si es televisado, si nos sentimos a buen recaudo, si creemos que no nos alcanzará, por cerca que nos ronde. Como si fuera una peli que no nos importaría volver a ver. De ahí tanta efeméride.

El pasado sábado leía la columna imprescindible de Braulio Ortiz, que miraba por escrito un hermoso calendario y se abría a la ilusión, a lo bueno, a la vida. Valiente. En lo por-venir está lo desconocido, y con él, el miedo y la resistencia. Quizá por eso se vuelva la vista, en bucle, a la intensidad de las últimas efemérides, y que, cuando miramos hacia adelante, tratemos de controlar -qué espejismo- lo que haremos. Donde hay presente hay continuación. Todo lo demás, pasado y futuro, permanece envasado al vacío.

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