La llamada es una película de Ambrossi y Calvo del 2017, en la que una chica recibe la llamada de Dios en un campamento de verano religioso. Dada la irreverencia de los directores, Dios se comunica con ella cantando por Withney Houston, aumentando su fe y dando lugar a que las más cercanas a ella sintiesen la llamada de su verdadero amor. Pero no todos los efectos de las llamadas son positivos.

Los psicólogos no se ponen de acuerdo en reconocer el que una acción pueda provocar otras de la misma índole, pero la experiencia parece dar cuenta de su existencia: se conoce que crecieron los casos de anorexia cuando tanto se habló de ello en los medios o que la divulgación de los actos terroristas en los tiempos de ETA, trajo nuevos episodios violentos. Aumentaron los suicidios en el Golden Gate en los años de máxima difusión de éstos y hace tres años, con el atentado en la revista francesa Charlie Hebdo, se dispararon las alarmas no sólo en Francia sino también en Madrid. Es decir, el efecto contagio, aun sin tener una existencia demostrada, parece producirse en las más insospechadas situaciones.

La decisión del nuevo Gobierno de acoger a los migrantes del Aquarius por el Mediterráneo ha sido fuertemente criticada por el partido Popular aludiendo al "efecto llamada" para nuevas migraciones. Una manera de justificar lo injustificable echando unas capas de maquillaje a lo que solamente son prejuicios y xenofobias me lleva a pensar que este efecto también puede ser sibilinamente utilizado.

Ahora es la libertad provisional de la Manada, decretada por los jueces con mejor o peor criterio, la que vuelve a abrir el debate. No preocupa que repitan la atrocidad por ahora (son depredadores, pero no tontos), ni la cárcel podrá remediar el daño cometido… Lo que verdaderamente aterra es relacionar este caso con las violaciones grupales cometidas desde entonces. Tres jugadores del club Arandina de fútbol violaron a una niña de 15 años; cuatro hombres fueron acusados en Benicassim por una chica; otra grupal fue denunciada en Beniaján (Murcia) o en Barcelona, que fueron acusados por violación, por una chica de 17 años, los acompañantes de un grupo de hip hop.

La Manada podrá conseguir reducción de tiempo de cárcel o una sentencia ligera de los jueces, pero estos lobos jamás alcanzarán la tolerancia social. Solo queda esperar que este efecto llamada sirva para estudiar qué lleva a cometer una violación semejante e intentar reconducir a tanto loco.

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