Ecos romanos de Marbella

Meloni el 12 de junio se retrató como una reaccionaria. Y el Berlusconi del 94 parecía copiar al Jesús Gil de 1991

Es poco conocido que en Marbella hay restos arqueológicos romanos del siglo II. Sólo se recuerda a los fundadores de la meca turística, las estrellas de Hollywood que la visitaron, a reyes sauditas o jeques árabes, y la corrupción de Jesús Gil. Desde el 12 de junio la cita romana es más contemporánea; el mitin de Vox que retrató la exaltada ideología de Giorgia Meloni dio la vuelta al mundo. Ella misma era consciente de su desatino. Pocas semanas después, la inminente primera ministra italiana en declaraciones a La Stampa de Turín confesaba que se equivocó en el tono de su puesta en escena, porque "cuando está cansada no controla".

En el NY Times hablan de sus crescendos retóricos, su timbre estruendoso y su feroz discurso. Pero además de la música desafinada, la letra fue reaccionaria. Dejó un recado al PP, "la derechita", y embistió contra "la ideología ecológica que lleva a una Europa más pobre". Se empleó contra "la ideología de género" que según ella persigue la desaparición de la mujer y el fin de la maternidad. Y bramó contra los grupos LGTB, los burócratas europeos y la inmigración.

El triunfo de Meloni en un país fundador de la UE inquieta a propios y extraños. Los italianos han vuelto a tirar los dados, sin complejos. Desde que cayó la primera República en 1992, con la actuación judicial Manos Limpias, se han enamorado de los proyectos más dispares: del derechista Berlusconi, empresario multimillonario, especulador y aventurero; de Matteo Renzi, joven de orígenes democristianos que acabó dirigiendo el izquierdista Partido Democrático, heredero del PCI; del populista Movimiento 5 Estrellas, patrocinado por el cómico Beppe Grillo; de la intransigente Liga de Salvini, que convirtió la Liga Norte que quería independizar de la Toscana para arriba, en un partido ultranacionalista estatal.

Y ahora apuestan por una mayoría que quiere fundar un régimen presidencialista y autoritario. La dirigente romana comandará una coalición en la que el más moderado es Berlusconi, cuya aportación a la política italiana en 1994 fue un partido sin ideología, centrado en el beneficio. Su campaña entonces parecía copiar la de Gil en Marbella en 1991. Los partidos iliberales han roto en las últimas décadas todos los cordones sanitarios, marcando el paso de la política europea. Hay ejemplos notables en Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Polonia, Hungría, Países Bajos, Francia, Austria o Reino Unido. Italia, con sus referentes marbelleros, no es una excepción.

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