La verdad es que el confinamiento, con todas las incógnitas que hay pendientes de resolver para cuando finalice -qué maravilla de palabrerías surgen para la terminación del mismo, la mayoría de ellas inexistentes- sin embargo, plantea dudas sobre los temas a reflexionar. Naturalmente, la actualidad de la pandemia invita a referirse a cualquiera de las expectativas que suscita pero hoy no vamos a entrar en la gestión, califíquenla ustedes, ni en el esperpento de tanto lenguaje inclusivo con reiteraciones absurdas puestas en evidencia por las lógicas omisiones que imponen la economía del lenguaje que es, precisamente, su principal riqueza, ni en la abusiva propaganda gubernamental que, en algún caso, como ha sucedido con la salida de los niños, también pasa de lo corporativo a lo individual.

Me refiero al pastueño -habitual en los debates electorales televisados- discurso de un paternalismo impostado del vicepresidente a los niños -por cierto, a los de 14 a 18 años, los ha traicionado porque ¿alguien escuchó que estaban autorizados para hacer pequeñas compras?- en una comparecencia donde borró del mapa al ministro de Sanidad, demostrando quién manda en la mesa del Gobierno, como diría el técnico independentista catalán, Pepe Guardiola, él es el "p… amo".

Y ya que nombro al independentismo, ahí llevamos la última ofensa de algunos de sus adalides más oscuros y, en consecuencia, necesitados de publicidad. Bueno, realmente, podría ser mejor un dúo, por aquello de la paridad. Una tal Budó, portavoz de esa especie de sucedáneo gubernamental que está resultando ser la Generalidad catalana y el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, un auténtico subproducto catalanista, apellidado Canadell. Este dúo ha montado un estribillo de lujo: "España, es paro y muerte. Cataluña, vida y futuro". No era suficiente el "España nos roba", a pesar de lo cual, la prosperidad de la pareja es notoria. No mercería más comentarios, pero hay una evidencia. Desde el Consistorio barcelonés o el propio Rufián, rechazan el estribillo con lo que, ambos, se han convertido en alguaciles, alguacilados. Mirad, quillo y quilla, paridad necesaria. Aquí, lo del paro no sorprende, estamos acostumbrados a convivir con él y la muerte, tarde o temprano, incluidos los amigos del espetec, llegará. Sin embargo, aquí nos conformamos con "ser dignos de ser felices", que dice Javier Gomá, porque nuestro arte está en saber que todo, un día, acabará, y eso nos hace vivir de manera realista y creyendo en un posible mejor futuro, ese que ustedes anuncian, pero no tienen poderes para conocerlo y mucho menos, adivinarlo.

Y continuando con Javier Gomá, lean su ensayo Dignidad, donde hace una referencia a la película El séptimo sello, que creo les enriquecerá y podría ayudarles a rebajar su dintel de supremacismo: "la muerte no es un sustantivo ni un estado sino una acción. No existe la muerte (sustantivo) sino el morir (verbo) que, cuando acontece, produce muertos (estado)". Espero tengan nivel para entender esto. ¿Puedo dudarlo? Me da igual, pero sí formulo una conclusión: de ser cierta la segunda parte del estribillo, las suyas serían indeseables por prepotentes.

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