La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Drama: todo pasa por VoX

Con más de 40 diputados Vox no daría sus votos a Casado o Rivera si no es a cambio de tener ministros en la coalición

Pedro Sánchez ha confesado en Andalucía su temor a que en España se repita mañana el 2-D andaluz: mayoría de la derecha por abstención en la izquierda. Tiene miedo a que Vox alcance unos resultados que "nos dejen helados", probablemente porque cree a pies juntillas en los sondeos que certifican que mucho voto oculto o aparentemente indeciso es, en realidad, un voto de Vox que no se declara y porque deduce que el entusiasmo de las multitudes que van a escuchar a Santiago Abascal es reflejo de una voluntad de respaldo en las urnas más masivo aún que en Andalucía. También debe estar influenciado Sánchez por el bocado que el nuevo Pablo Iglesias, inesperadamente curil y blandito, va a dar en las huestes más moderadas del bloque progresista (el trasvase será en las dos direcciones).

Pase lo que pase, hay una cosa segura. El protagonista de estas elecciones es Vox. Su irrupción en las elecciones andaluzas fue el preludio territorial de un fenómeno llamado a extenderse a toda España, a imagen y semejanza del que ya se había producido en otras naciones europeas: la incorporación de la ultraderecha a las instituciones de las democracias occidentales en las que muchos de sus dirigentes no creen. Al asalto de la fortaleza desde dentro de ella.

Ya antes y durante la campaña, el miedo a Vox ha conducido a un giro a la derecha de todos los partidos en liza. No sólo PP y Ciudadanos han enseñado de modo evidente y reiterado su rostro más conservador. También PSOE y Unidas Podemos han moderado sus discursos. Pedro se vende como el único candidato de la sensatez y el sentido común y Pablo ha roto en apóstol de la Constitución del 78, esa antigualla que -según ha predicado Iglesias durante años- nació de una bajada de pantalones de los demócratas ante el franquismo.

¿Y después del 28-A? De Vox y sus resultados depende el reparto de un centenar decisivo de diputados de las provincias menos pobladas. De Vox y sus resultados depende el éxito del bloque de derechas, ya que ni PP ni Cs derrotarán al PSOE por separado ni sumarán juntos la mayoría absoluta. De Vox y sus resultados depende que el populismo nacionalista se integre en una coalición y haya ministros como Salvini en el Gobierno de España (con más de 40 diputados, por ejemplo, es impensable que Abascal haga presidente a Casado o Rivera sin que éstos le reserven su propia mesa en el festín). Pardillo no es.

Un drama, se mire por donde se mire.

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