Es frecuente que muchos pupilos quieran superar, en sus logros, al maestro. Esto da la impresión es el objetivo personal de ZPedro que vive pendiente de la superación del modelo zapateril en casi todas sus vertientes. El problema es, que a los maestros debe imitárseles en sus bondades y aciertos. Y es que nuestro gobernante actual, en apenas 48 horas ha puesto, no diría el punto de partida sino una etapa más en su obsesión por el dopaje electoral que tanto echaba en cara a sus adversarios a cuenta de la corrupción -como si desde su partido pudieran tirar la primera piedra en ese tema- y decide poner en marcha una política de bonos por un voto.

Naturalmente, no son decisiones improvisadas sino producto de un control exhaustivo, vía propaganda y CIS, de los perfiles sociales instalados en la población que está al borde del letargo y la hibernación en una clarísima deriva decadente y el correspondiente impacto afectivo y existencial de una terrible pandemia. Porque ya me dirán ustedes que podemos pensar de una situación en la que se hurta el control del Gobierno con una alarma inconstitucional y el evidente ejercicio de tancredismo por parte de la Presidenta de la Institución sede del Legislativo. Como la singular histeria social por unas horas de apagón en las redes sociales. Curiosa contradicción, nerviosismo por un apagón y pasividad pública por los costes del encendido de la luz. Un esnobismo mediático sin fin en el uso de terminologías novedosas que ponen sobre la mesa la insustancialidad de algunos contenidos informativos en los que al parecer la expertitud en el tema tratado da caché, no a ala noticia sino al informador: colada, piroclastos, fajana… son candidatas a la palabra del año. Mínimos ejemplos de situación social, sin citar al ministro Castell que en pleno debate sobre el bono cultural, minimiza el valor de impacto de publicaciones científicas como Nature, Science

Pues bien, en ese dopaje electoral buscado como contrapeso al populismo podemita y a la fuga del voto juvenil, nos aparece el ministro ¿culto? y comenta que está por definir la orientación de los 400 euros del bono prometido, genéricamente, para libros, cine, videojuegos… Los Toros, no, aun siendo calificados como Bien Patrimonial Inmaterial, reconocido por la UNESCO, es solo un ejemplo, porque la clave debería estar en que el ministro -dudo sepa hacerlo- defina qué es Cultura, pues si apretamos puede serlo casi todo. Y la guinda final, el bono para alquileres y, al mismo tiempo, ley que los controla y que ha fracasado en medio mundo, además de un intervencionismo antesala de la tentación expropiadora y generador de huida de inversores. Claro que como con el IMV, habrá que ver la letra pequeña de todo esto. Difícil de tragarlo en Andalucía tras conocer el valor electoral del PER. Todo sin aludir al déficit, deuda pública y cargas impositivas…

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